NUEVO LAREDO.- A pesar de las carencias en las que vive la familia Ruiz López, ellos no se dejan vencer y a diario luchan por salir adelante, por lo que Alejandro Ruiz Hernández de 47 años, sale todos los días de su casa en la colonia Los Olivos I a la calle Distintivos número 1810N, a buscar el sustento para su familia a través de la venta de elotes.
Martha López de 32 años relató que su día comienza a las 6:00 de la mañana, cuando prepara a su hijo Luis Alejandro para ir a la escuela, después de desayunar, Alejandro, su padre, lo acompaña a la escuela y luego se alista para ir a vender su mercancía.
Martha, quien tiene siete de embarazo ayudaba a preparar los elotes para la venta de Alejandro, su esposo, quien decidió probar suerte en la ciudad, pues en su natal San Luis Potosí, se quedó sin empleo por su edad.
“Mi esposo se va a buscar trabajo, por eso ahorita no está, a veces se va de albañil, pero a veces no le va bien”, comentó con preocupación Martha.
La familia compuesta por Luis Alejandro de 10 años, Dulce Lizbeth de 5, Ana de 4 e Isaías Alexander de un año cuatro meses, así como Martha y Alejandro, viven en una casa de dos pisos que carece de puertas y ventanas, por lo que tuvieron que utilizar plásticos, pedazos de triplay y trapos para poder taparlos y mitigar un poco el frío.
“Sí batallamos porque allá arriba no tenemos triplay, están destapadas las ventanas y por ahí entra frío en las noches, ahorita nos dormimos acá abajo porque arriba está destapado”, relató Martha.
La mujer dijo que la comida para ellos y los elotes los cocinan en una estufa a la que sólo le funciona una parrilla y su esposo sale a vender su producto en un carretón que es prestado, en donde acude hasta la plaza Nueva Victoria Ubicada entre bulevar Rea y Cuenca Burgos, en la misma colonia.
La casa pequeña casa la adaptaron con unos pedazos de madera como portón, su casa color melón se distingue de las demás, pues es una de las que no cuenta con vidrios en las ventanas ni puertas, apenas cuentan con el servicio de energía eléctrica, pero no cuentan con agua potable, por lo que se surten con la que reparte una pipa. Al no haber más la ropa la debe lavar a mano, con ayuda de un tallador.
La familia debe acomodarse en dos camas, en una duermen Martha y su esposo, en otra Luis Alejandro y Dulce Lizbeth, mientras que en un pequeño corral, duermen Isaías Alexander y Ana.
En las mañanas, Martha se queda en casa a atender a los más pequeños, luego de llevar a Dulce Lizbeth al jardín de niños.
“Cuando recién llegamos, en su escuela de aquí cerca, sus compañeros se burlaban de él, le decían indio, lo ofendían y mi hijo llegaba llorando”, comentó Martha con tristeza.
Ahora a sólo dos meses de convertirse por quinta vez en mamá, la mujer reveló que lleva un control prenatal en las instalaciones del Seguro Popular y espera que su bebé le traiga una torta bajo el brazo.
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