MOSCÚ- La Egipto de Mohamed Salah se despide el Mundial de Rusia con un rosco en su casillero. Pese a dominar y gozar de claras ocasiones, los ‘faraones’ no fueron capaces ni de ganar a Arabia Saudí en el último partido de ambas selecciones en el que nada había en juego (2-1).
El equipo de Pizzi remontó el gol inicial de la estrella del Liverpool con un tanto en el tiempo añadido que da la victoria honorífica a los saudíes. Fue un día histórico, no por el partido, sino porque el portero Essam El-Hadary hizo historia al convertirse en el jugador más veterano de los Mundiales. A sus 45 años, paró incluso un penalti pero no pudo evitar la derrota final.
El arquero inició muy feliz y vivió con gran emoción un encuentro que esperaba desde el mismo momento en que Egipto logró la clasificación para la fase final de la Copa del Mundo, en el la que no participaba desde Italia 1990. Suponía su debut mundialista y el establecimiento de una marca para la historia: con 45 años, cuatro meses y nueve días, El-Hadary superaba a su colega colombiano Faryd Mondragón y se convertía en el jugador más veterano.
Su afán e ilusión quedó retratada en el minuto 21. Arabia Saudí había tomado las riendas del partido, dominaba el juego en el centro del campo, pero sin profundizar, y Egipto, fiel al estilo impuesto por el argentino Héctor Cúper, conservaba en espera de un error que le permitiera apuntarse su primer triunfo mundialista.
El fallo en el pase lo cometió Salem y lo aprovechó El Said. El jugador del Kuopion finlandés lanzó en largo para que ‘Mo’ Salah mostrara su habilidad en el control en carrera y el oportunismo que atesora en sus botas, para marcar con un sutil globo sobre la salida alocada de Al Mosailen. El Hedary lo celebró como si hubiera levantado una copa más, feliz e hincado de rodillas en el suelo implorando a Alá.
Apenas trece minutos después volvió a acaparar los focos. Arabia Saudí apretaba, Hegazy salvaba bajo palos, pero en la jugada siguiente una desafortunada acción del central egipcio, al que el balón pegó en el brazo, concluyó en el punto fatídico.
Fue entonces cuando el portero egipcio desplegó toda la sabiduría que acumula. Aguantó la mirada a Fahad al Muwallad, adivinó su intención y sacó una mano prodigiosa que hizo que el balón rebotara en el larguero.
El error no desesperó a los de Juan Antonio Pizzi, más hábiles y decididos. La constancia tuvo su fruto en el descuento. Fahd cayó en el área en un forcejeo con Hegazy y el colombiano Wilmard Roldán no lo dudó. Sí lo hizo, sin embargo, el equipo arbitral a cargo del VAR que avisó al colegido. Tras dos largos minutos, Roldán aceptó acercarse a la pantalla y confirmó su primera impresión. Salmán, uno de los jugadores más destacados e interesantes del partido, engañó al héroe egipcio.
La segunda parte comenzó con la misma tónica. “Los halcones verdes” intentando llevar la iniciativa y los egipcios agazapados, con Trezeguet, muy activo todo el partido, y Warda, que sustituyó a El Said en el descanso, como lanzas (aunque sin pimienta) de contraataque.
Y con El-Hadary seguro bajo palos. Suya fue la mejor intervención del partido, con una parada espectacular a una mano a cabezazo de Hussain al borde del área chica tras centro medido desde la izquierda de Salam.
Las alternativas se mantuvieron hasta el último minuto, el de la tragedia para los egipcios y el de la felicidad para el equipo de Pizzi, que hizo mucho más que su contrincante para ganar un partido en el que solo estaba el juego el honor.
Una jugada embarullada en el área egipcia cayó en las botas de Salem, centrocampista del Villarreal, que de volea lo cruzó al palo largo de El Hedary.
Un gol que redimió en parte la mala imagen de los saudíes en este Mundial y hundió a los egipcios que, 28 después de su última presencia, se marchan con un récord personal, sin conocer la mieles de una victoria mundialista y con su técnico, Héctor Cúper, con un futuro incierto.
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