Los tres ataques, que también dejaron 150 heridos, fueron reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico mediante dos comunicados publicados en internet en los que afirmaban que los tres ataques habían sido perpetrados por tres kamikazes.
Los atentados se produjeron en medio de una crisis política, que dura semanas y amenaza con socavar la lucha contra el EI.
El ataque más sangriento tuvo lugar cerca de un mercado del barrio chiita de Ciudad Sadr, en el norte de la capital iraquí, donde un coche bomba estalló cerca de un mercado matando a al menos 64 personas e hiriendo a 82, informaron fuentes médicas y de seguridad.
Otro atentado con coche bomba acabó con la vida de al menos 17 personas en la entrada del barrio de Kadhimiya (noroeste de la ciudad), que alberga un importante santuario chiita. El acceso al barrio, que también ha sido blanco de varios ataques en los últimos años, estaba muy controlado.
Varios miembros de las fuerzas de seguridad se encontraban entre las víctimas, informaron fuentes médicas. Por otro lado, en el distrito de Jamea (oeste de Bagdad), otro coche bomba explotó en la tarde del miércoles matando al menos a trece personas, explicaron a la AFP un funcionario del ministerio de Interior y fuentes médicas. Después del atentado ocurrido cerca del mercado, los habitantes de la zona protestaron contra el gobierno, culpándolo de la inseguridad.
“Los políticos son responsables de la explosión” y la gente “víctima” de sus disputas, denunció Abu Ali.
Otro parroquiano, Abu Muntadhar dijo que el estado era “responsable” de la situación y los políticos “debían irse”.
El clérigo Moqtada al Sadr, quien encabezó un movimiento de protesta exigiendo un cambio de gabinete y otras reformas, tiene un gran número de seguidores en el barrio obrero de Ciudad Sadr, que lleva el nombre de su padre, un ayatolá ejecutado por Sadam Hussein.
– Crisis política – El enviado especial de la ONU en Irak, Jan Kubis, denunció los “ataques terroristas cobardes contra civiles”. El Estado Islámico, que en 2014 se amparó de vastas zonas del territorio iraquí, perpetró varios ataques mortíferos en las últimas semanas en Bagdad y sus suburbios.
Sin embargo, en las últimas semanas ha perdido terreno frente a las fuerzas armadas de Irak apoyadas por la coalición internacional dirigida por Estados Unidos.
Estos atentados se producen en medio de una aguda crisis política que dura semanas y no tiene solución.
Los partidos políticos iraquíes se enfrentan al proyecto del primer ministro de formar un gobierno de técnicos por miedo a perder sus privilegios.
El bloqueo provocó manifestaciones de miles de iraquíes, en su gran mayoría partidarios del dignatario religioso Moqtada Sadr, que desembocaron en la invasión de la Zona Verde de máxima seguridad de Bagdad y la ocupación del edificio del parlamento durante varias horas.
Los puestos clave del gobierno se reparten desde hace años en función de cuotas políticas y confesionales.
El primer ministro Haider al Abadi y Sadr desean un nuevo gobierno, integrado por tecnócratas, capaz de aplicar reformas Esta crisis es seguida con mucha inquietud por Estados Unidos, que aumentó en las últimas semanas su apoyo militar con materiales y tropa.
Estados Unidos teme que la crisis “desvíe” al gobierno de la lucha contra el EI.
El Estado Islámico ha perdido terreno últimamente, abandonando ciudades como Tikrit y Ramadi, reconquistadas por el ejército iraquí.
Tras el primer atentado, el portavoz del gobierno, Saad al Hadithi, aseguró en la televisión estatal que el EI solo ocupaba el 14% del territorio iraquí. Pero los yihadistas conservan varios bastiones, entre ellos Mosul, la segunda ciudad del país, y la capacidad de golpear en Bagdad o las regiones mayoritariamente chiitas.