Caracas.- En Venezuela hay hambre. La crisis por la falta de alimentos básicos se agudiza cada día más y tras la necesidad está la historia de personas que comen de la basura y de aquellos que han muerto por desnutrición. No hay harina de maíz para hacer arepas, tampoco arroz, pasta, leche, azúcar, café, aceite, entre otros alimentos de primera necesidad. Las filas para comprar comida son interminables y es ya habitual ver peleas y a personas que se desmayan ante las largas horas de espera.
El jueves pasado un hombre de 64 años murió mientras hacía cola para comprar arroz y harina. Se desconoce la identidad de la víctima, las autoridades no han difundido su nombre. Únicamente trascendió que vivía solo, sin familia, en Petare, uno de los barrios más pobres de la capital venezolana.
Testigos del hecho relataron que antes de caer desplomado, el hombre había dicho que se sentía mareado, que no había comido nada. Aun así continuó haciendo la fila, no podía perder el turno después de cuatro horas de espera. Sintió un dolor en el pecho y, de acuerdo al informe forense, murió de un infarto fulminante. La policía del municipio de Chacao acudió a socorrerlo, pero ya era tarde. Al dramatismo de la escena del anciano tirado en la entrada del supermercado se sumó la indiferencia de quienes esperaban también para comprar y que no se movieron al verlo muerto. No podían perder su turno.
Beneficencia. No es ni mucho menos un caso aislado. En el interior de Venezuela, en el estado Bolívar, un joven de 24 años de edad llamado Elías Zambrano Machado murió también esta semana, el pasado lunes, a causa de un severo grado de desnutrición y la complicación de un cuadro epiléptico porque no había conseguido las medicinas para su enfermedad. Su madre, Amelia Machado, relató a La Razón que su familia vive en precarias condiciones, que ella no tiene trabajo y que el padrastro de sus hijos a veces consigue algún trabajo esporádico. Van a comedores de beneficencia donde, a lo sumo, les dan dos platos de comida diarios, cuatro días a la semana.
Desde pequeño, Elías padecía de epilepsia y antes de que las medicinas empezaran a escasear su madre conseguía ayuda en la parroquia del pueblo de Nuevo Chirica gracias al sacerdote Carlos. Sin embargo, llevaba varios días sin tomar el anticonvulsivo y el cuadro se complicó por la debilidad derivada de la desnutrición.
“Mi hijo era un muchacho bello, gordo, fuerte y poco a poco empezó a perder peso. La situación fue realmente grave los días antes de que muriera porque ya no podía caminar. Yo pedí ayuda a la Comuna (instancia del Gobierno) y me dijeron que no podían darme ni dinero ni comida. Cuando mi hijo murió, pedí que me ayudaran a comprar el féretro para enterrarlo y también me lo negaron. Ahora que estoy denunciando, me dicen que me darán comida para que retire lo dicho. Pero no lo voy a hacer, por la verdad murió Cristo y a mí lo que me toca es seguir adelante», denunció Amelia.
Falta de alimentos.La familia Zambrano Machado es apenas una de las tantas que viven en la pobreza extrema en Venezuela.
En el estado de Bolívar, en lo que va del año, han muerto nueve niños por hambre. Su muerte coincidió con una ola de protestas en San Félix por la falta de alimentos.
Los ciudadanos reportan que las bolsas de alimentos que se venden en las tiendas controladas por el gobierno cuestan casi 18 mil bolívares.
Un venezolano con carrera,que que gana cerca de 24 mil bolívares semanales destina más de la mitad de su sueldo para comprar alimentos.
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