CIUDAD DE MÉXICO.- Migrantes mexicanos que trabajan como campesinos temporales en Estados Unidos han comenzado a llegar para la actual temporada de cosecha a la frontera norte de México, donde crearon El bosque de las maletas de la prosperidad y la esperanza.
Activistas y defensores de derechos humanos en Tijuana, la mayor urbe del límite con Estados Unidos, nombraron así de manera simbólica al jardín en el que cientos de jornaleros del centro y sur de México se concentran antes de cruzar a Estados Unidos para ir a trabajar en los campos agrícolas de California.
¿Cuántos años tiene la tradición?
Víctor Clark Alfaro, antropólogo y profesor en la Universidad Estatal en San Diego, dijo a EFE que esta es una manera significativa de llamarle a este espacio porque, “sin duda, los trabajadores agrícolas cargan en sus maletas los sueños de prosperidad para ellos y sus familias”.
“Los trabajadores agrícolas mexicanos tal cual son un símbolo de esperanza para la comunidad por la labor tan significativa que realizan, a veces no se pone en perspectiva la importancia de su trabajo, porque a final de cuentas ellos son los que se encargan de que los alimentos que son esenciales”, expuso.
Resaltó que la mayoría de estas personas arriban de estados del sur, como Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas, para realizar una actividad “que se ha convertido en toda una tradición heredada entre familiares por generaciones y que tiene como antecedente el Programa Bracero que se instauró durante el siglo XX”.
“La mayoría de estas personas son campesinos con alto conocimiento agrícola que van gracias a un acuerdo entre México y Estados Unidos que otorga visas de trabajo temporales. Ellos no vienen de los sectores de las grandes ciudades, sino que vienen campesinos”, refirió.
Buscan que familias prosperen
Alberto Martínez, originario de Oaxaca, es uno de los trabajadores agrícolas que, en una entrevista con EFE, compartió que lleva ocho temporadas trabajando en la pizca en Estados Unidos, y que lo hace para conseguir sustento para su familia, pero también como tradición.
“Lo que uno busca es hacerse de un recurso para sacar adelante a la familia, a los hijos, tener con qué poder vivir y darles escuela a los niños. Yo lo hago desde hace ocho años también porque es algo que me heredó mi abuelo, él fue uno de los que estuvo en ese programa de los braceros”, manifestó.
Martínez explicó que, antes de cada temporada de recolección, las empresas reclutadoras estadunidenses intermediarias llegan a sus comunidades a ofrecer el trabajo.
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