“El Tata” se despidió este martes de la selección, después de que el Comité Olímpico Argentino denunciara que ni siquiera hay un equipo formado para participar en las Olimpiadas que comenzarán dentro de un mes en Río de Janeiro.

La desorganización rumbo a los Juegos Olímpicos fue el límite de un técnico que no fue apoyado por clubes nacionales ni internacionales que le negaron a los jugadores que necesitaba para armar un seleccionado que compitiera por la medalla dorada.

Los rumores sobre una posible renuncia de Martino se acrecentaron la semana pasada, después de que Argentina perdiera su tercera final consecutiva en tres años, en este caso en la Copa América frente a Chile, en Estados Unidos.

La posible salida del entrenador fue eclipsada por otra renuncia aún más escandalosa, la de Lionel Messi, el mejor jugador del mundo que se cansó de los reclamos por no poder concretar ningún campeonato internacional con Argentina.

El 27 de junio, mientras miles de hinchas clamaban “no te vayas, Lio”, la Asociación del Futbol Argentino (AFA) confirmó que Martino seguiría como entrenador de la selección y que su siguiente tarea sería concentrar con los jugadores elegidos para los Juegos Olímpicos.

La salida de Martino y la incertidumbre sobre la situación de Messi agravan la situación del futbol argentino que se traduce en clubes endeudados, pleitos entre los presidentes de los equipos, un nuevo campeonato local sin aprobar y conflictos para elegir a sus dirigentes.

El mes pasado, la Inspección General de Justicia (IGJ) suspendió las elecciones en la AFA que debían realizarse el 30 de junio para definir a la nueva mesa directiva.

La jueza María Servini de Cubría decidió que, ante las irregularidades económicas y administrativas que arrastra el máximo órgano del futbol local, nombraría a dos veedores por un plazo de 90 días hábiles, con la posibilidad de una prórroga por igual periodo.

El escenario es tan complejo que el siguiente paso sería la intervención estatal en la AFA, pero ello implicaría sanciones de la FIFA que dejaría a la selección afuera de las eliminatorias del mundial y los equipos locales no podrían participar de copas internacionales.

La AFA arrastra desequilibrios financieros que jamás pudo resolver Julio Grondona, el hombre que dirigió los designios del futbol argentino durante 35 años y que murió el año pasado.

De acuerdo con reportes judiciales, los clubes adeudan a la entidad un millón de pesos (alrededor de 70 mil dólares) pese a que durante el kirchnerismo se creó el programa Futbol para Todos con el fin de inyectar de recursos al futbol local.

Futbol para Todos implicó que el gobierno entregara a la AFA más de ocho mil millones de pesos (600 millones de dólares) durante siete años por los derechos de la transmisión de los partidos.

Pese a estos ingresos, las finanzas del organismo no están saneadas y en los últimos meses estallaron escándalos como el presunto desvío de dos millones de dólares y deudas por 22 millones de dólares al fisco argentino.

A ello se suman los pleitos entre los dirigentes del futbol local que, después de la suspensión de las elecciones ordenada por la justicia, provocó un cisma en la institución.

La crisis de la AFA se acentuó con la renuncia en grupo del tesorero Matías Lammens, el secretario general Daniel Angelici, el vicepresidente, Rodolfo D’Onofrio y el vicepresidente tercero Marcelo Tinelli, quien también renunció a su candidatura a dirigir al organismo.

Además, todavía no está definida la creación de la Súper Liga, un nuevo campeonato que pretende diseñarse a imagen y semejanza de los torneos europeos.

Por otra parte, el gobierno ya suspendió la licitación para la comercialización de los derechos para televisar el fútbol argentino, además de que llegó una misión de la FIFA que analizará la crisis de una de las ligas más importantes de América Latina.