El capitán de la selección nigeriana, John Obi Mikel, jugó contra Argentina el pasado martes sabiendo que su padre había sido secuestrado. Sin embargo, no reveló a nadie el calvario que estaba viviendo porque los secuestradores habían amenazado con asesinar a su progenitor si se ponía en contacto con las autoridades, informa ESPN este martes.
Estaba confundido, no sabía qué hacer. Pero al final sabía que no podía decepcionar a 180 millones de nigerianos
El padre de Obi se dirigía a un funeral la semana pasada cuando fue secuestrado mientras transitaba por la autopista Makurdi-Enugu, en el sureste de Nigeria.
Los criminales llamaron al futbolista cuatro horas antes del partido contra Argentina, que se disputó en San Petersburgo, exigiendo 28.000 dólares si quería que liberaran a su padre sano y salvo, y amenazaron con matarlo si el jugador se ponía en contacto con las autoridades o contaba a alguien el secuestro.
“Estaba confundido, no sabía qué hacer. Pero al final sabía que no podía decepcionar a 180 millones de nigerianos”, confesó el centrocampista.
“Tuve que quitármelo de la cabeza y representar a mi país primero. Me dijeron que matarían instantáneamente a mi padre si informaba a las autoridades o si se lo contaba a alguien”, añadió Mikel.
El futbolista tampoco habló del incidente con el entrenador porque no quería desconcentrarlo antes de un partido importante, que finalmente terminó con derrota de los africanos por 2 a 1.
Según ESPN, el padre de Mikel finalmente fue rescatado por la Policía nigeriana el lunes y actualmente se encuentra hospitalizado.
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