No soy el único que repele los nuevos ritmos urbanos tan en boga por nuestros días, aunque en voz bajita diga que hay algo en ellos que me arrastra involuntariamente atararearlos mientras los escucho en mi celular. Sin duda alguna la Música urbana ha traído consigo el nacimiento de un género que ha vestido a todo el continente americano de un modo muy sorprendente.
Desde Tierra de Fuego hasta Canadá, pasando por Ecuador, Haití, Perú, Bolivia o los archipiélagos de Revillagigedo, todos saben quién es ese peculiar hombrecito que junto a la también colombiana Shakira interpreta “Chantaje” y junto al boricua Ricky Martin, “Vente Paca”. Es curioso que sin decir el nombre del intérprete de “Borrócasete” o “Felices los 4”, en automático usted que ahora lee sabe a quién me refiero y cuál es su posición al día de hoy en el mundo de la música. Claro, hablamos de Maluma.
Cosa rara para mí, la Pluma Profana, el que tienda a opinar sobre tal o cual artista pues crítico musical no soy, mucho menos si se trata de un género que por revolucionario podría caer en lo antisocial por la rebeldía de algunas de sus letras y lo obsceno de los movimientos caporales que tal música reggae genera.
Atreverse a hablar de una persona que se ha convertido en un trending topic no es cualquier cosa, es una espada de dos filos. Sin embargo, siempre será interesante hablar de una personalidad que en carácter y actitud hace cuánto puede para dar un poco de ritmo a una vida caótica proveída por un mundo destrozado por la corrupción. Para un servidor siempre será atrayente de partir sobre un hombre que ha venido desde las cloacas de su natal Colombia para ubicarse en las más altas esferas de las ciudades también más importantes del planeta.
Todo mundo (Y no me equivoco al hablar universalmente porque este hombre se ha vuelto algo global) lo conoce como Maluma. En lo personal siempre tuve la curiosidad de saber porqué ese nombre artístico tan soso y simple. Tras explicarlo él mismo a una reconocida publicación, evidenció que es una intención familiarmente tripartita. Su madre se llama Marlli, su padre Luis y su hermana Manuela. Más se sorprenderá de saber que ese colombiano que se ha vuelto tan ideal para los grandes diseñadores del mundo, lleva por nombre algo tan simple como Juan Luis, pero eso sí, un apellido lo bastante novedoso como Londoño.
Con todo y que Juan Fernando Quintero, futbolista de la selección colombiana dijese que al reggaetonero le olían muy mal los pies, las marcas Dolce&Gabbana hizo de la semana de la moda en Milán un súper espectáculo en el que entre otras celebridades y hermosos modelos, el artista colombiano tomó parte de esa icónica pasarela en la que lució un bellísimo traje muy a doc a su estilo.
Las medidas perfectas del también llamado PrettyBoyle ha permitido utilizar prendas tan cotizadas como de elevados precios. Igual se le ha visto vestido con firmas como Louis Vuitton, Fendi, Gucci, Dolce&Gabbana y claro, portando calzado diseñado por Balenciaga. Ni como evitar citar ese sweater diseñado por Gucci en el que en colaboración con Disney aparece la figura del famosísimo pato Donald. Una prenda de tan sólo veintidós mil pesos.
Haber optado por la música subterránea sin lugar a dudas fue el campo de cultivo en el que Maluma se ha desarrollado a tales dimensiones que su voz ha cruzado los océanos. Es conocido por todos lados y ha exportado la música latina a territorios donde ni sabían que existía.
Me agotaría de escribir los nombres de todos aquellos artistas que han hecho de este estilo una forma de vida ya no sólo para ellos, sino para todos aquellos que casi a ciegas se han unido ahora sí, a esto que bien podríamos llamar todo un movimiento musical y social. La evolución de la música es imparable. El nacimiento de un género musical siempre traerá tantos detractores como mosquitos a la piel en época canicular. Condenaron a Mozart por galante, a Beethoven como irrespetuoso y a Stravinski como escandaloso por su famosísimo Pájaro de fuego. Lo mismo trajo consigo el break dance, la música a go-go etc.
La música urbana no es otra cosa que un coloquio callejero musicalizado. Es una clara derivación de ritmos jamaiquinos modernizados con ecualizadores y voces medianamente buenas. Con todo y que muchas de sus letras suelen ser subversivas y de contenido sexual un tanto sugerente, este movimiento urbano ha logrado domesticar a un público que hasta bien entrado el siglo XX todavía podía considerarse conservador.
Dejo la pluma en el tintero sin dejar de confesar que en realidad no me desagradan del todo los nuevos ritmos underground. Lo cierto es que a muchos les cuesta aceptar que todo evoluciona y que bien o mal la música tiende a dar cierto solaz a una sociedad sumida en una miseria económica y social que siempre encontrará en tal o cual expresión musical un bálsamo a la cruda realidad en que se vive. Adieu.
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