En la Public Square del centro de Cleveland se escuchaban gritos, en español, contra Donald Trump.
Entre los manifestantes caminaba medio encorbado el padre José Landaverde, sudando bajo su hábito negro y el alzacuellos blanquísimo.
El cura, de mediana edad y de origen salvadoreño, llegó a Cleveland desde Chicago caminando, más de 570 kilómetros, según contó, para mandarle un mensaje al magnate republicano: “no vamos a tolerar más racismo ni más deportaciones”. Este miércoles se unió a la protesta liderada por Mijente, una organización en defensa de los derechos de la comunidad latina.
Como estaba previsto, más de un centenar de personas se concentraron frente a la sede de la convención republicana para “darle a Trump el muro” que tanto quiere. “Es un muro de arte, hecho por la gente”, dijo Marisa Franco, portavoz de Mijente.
”Los muros dividen, pero también protegen”, dice la activista.
Con más de 200 metros de tela que recorrieron por las calles de Cleveland los colectivos latinos rechazaron el discurso, que consideran “ignorante y racista”, del magnate.
Los latinos dominaron la protesta, pero también participaron otros colectivos que se sienten afectadas por la retórica divisiva de Trump.
“Con su discurso está dividiendo a las comunidades antes de construir su muro”, explicó Landaverde.
Cuestionados sobre la protesta, un grupo de seguidores de Trump dijo: “Tenemos que construir el muro. Y será un muro muy alto, hermoso”.
Aunque este movimiento fue completamente pacífico, por la tarde una marcha del Partido Comunista Revolucionario terminó con un enfrentamiento con la policía y 17 detenidos cuando una manifestante intentó prenderse fuego y quemar una bandera estadounidense.