La pluma profana de El Markés

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“Amanda, ciérrale”

Hoy que casi cumplo medio siglo de edad, recuerdo que siendo muy pequeño y allá por los años ochenta, había una tremenda ola de propaganda bien intencionada que hacía un llamado a la sociedad, ya no solo nacional, sino mundial a cuidar el agua. Con un “Ciérrale Amanda”, “Agua que no has de beber…”y otras muchas frases más, el denominado Canal de las Estrellas nos instaba en sus comerciales a que cerráramos la llave y no dejáramos ir el vital líquido. El que el agua se acabara era algo que causaba risas, carcajadas y burlas. Tan así que, ni siquiera Hollywood, creador de las peores tragedias mundiales se le había ocurrido que en Nueva York, sede de sus catástrofes, se acabara el agua. Para ese entonces el hermoso Lago de Texcoco que lo españoles habían encontrado a su llegada a este territorio ya no estaba. La mancha voraz del crecimiento capitalino había exterminado estanques y, en el caso de los arroyos y ríos, convertidos en senderos de basura.

En los noventas y dos miles, los grandes ríos de México comenzaron a desnudar sus cauces. El caudaloso rio Nazas, división territorial entre Coahuila y Durango, en la Comarca Lagunera, terminó siendo un cauce seco en el que se verificaban juegos de futbol y finalmente camino y vereda. El rio Santa Catarina, en la zona conurbada de Monterrey, de igual modo se convirtió en un esqueleto tirado a mitad del desierto. Solo dos ocasiones le dieron la reivindicación, la llegada del huracán Gilberto y el huracán Alex, llenando su cauce inundándolo todo; fuera de ahí, y hasta el día de hoy, esacuenca es la vergüenza neta del estado. Todavía en los noventas se escuchaban las risotadas de los escépticos con respecto a que el agua posiblemente podría escarcearse.  Y es que nadie imaginaba a México en una situación como Uganda, Mozambique o algún otro territorio africano en el que las terribles grietas evidenciaban ahí sí, la pérdida total del agua.

Los dos miles fue el anuncio del Calentamiento global… ¿pero qué diantres es eso? Comenzaron a preguntarse muchos, y otra vez las risotadas y expresiones de burla comenzaron a invadir en ambiente. ¿Qué los polos se están descongelando? ¡Por, Dios, qué disparate!… y los polos comenzaron a descongelarse. La flora y la fauna polar comenzaron a sufrir los estragos del abuso humano. Pláticas, convenciones, charlas, héroes muertos en una lucha por salvar el planeta y muchas cosas más fueron inútiles en esas décadas de incredulidad.

No hace mucho fui a la Zapotlán, Jalisco, tierra del gran escritor Juan José Arreola. Tanto él como su contemporáneo Juan Rulfo, mencionaron más de una vez en sus obras a la laguna de Sayula. La mencionaban como un sitio de ensueño y nostalgia. A mi paso por la región y por esa carretera infinita, tuve la desgracia de ver la mencionada laguna casi en agonía. La Sierra del Tigre parecía contemplar desde su sitio la muerte lenta de una región de agua tan mítica como México mismo. En mi paso por el estado vi más de un rio contaminado por fábricas cañeras y mineras. Sin ir más lejos, mi ciudad Sabinas, Coahuila, fundada gracias al encuentro de un caudaloso rio, hoy agoniza de sed. El rio se ha secado y cuando ha llovido, el agua se pierde en los muchos tajos de carbón que el hombre ha hecho en su afán de enriquecerse a costa de la pérdida del entorno natural.

El año 2022 fue el año en el que el agua simplemente se acabó en el norte del país. Nuevo León, el estado más industrioso y podríamos decir, baluarte económico de la nación, se quedó sin agua. La sociedad suplicaba agua, pero nadie parecía escucharlos. La sociedad exigía a las autoridades y estas, maniatadas, prometían sin saber cómo cumplirían tales promesas. Sonora y Sinaloa, ricas en costas, comenzaron a padecer del mismo problema. La canícula y sus más de cuarenta días de intenso calor terminaron por chupar vorazmente el poco líquido que nos salvaría.

Hoy ya no nos reímos del Amanda ciérrale, y no lo hacemos simplemente porque por incrédulos hemos quedado como unos completos estúpidos. Tan fácil, ciérrale; tan fácil, gira la perilla; tan fácil, cierra la llave mientras te afeitas; tan fácil, cierra la llave mientras te lavas los dientes; tan fácil, riega tus plantas al atardecer y no al medio día; tan fácil, tan fácil, tan fácil.

Hace unos días estuve en el estado de Colima visitando Comala, Pueblo Mágico de Colima. Ellos saben que viven en un paraíso. Respetan la naturaleza y los parques eco turísticos son parte de su vida y de su gusto. Talar un árbol es un crimen. Todo allá es un estado de celestialidad de la que no se quiere salir una vez entrado. Las tomas fotográficas y en video en modo aéreo son fantásticas. El agua sobra, los afluentes son cristalinos y si algo me impactó, fue el beber agua clarísima y pura que bajaba del volcán. Lamenté la situación de mi estado y su terrible agonía y me congratulé de que la gente de Colima fuera tan sabia al cuidar lo propio.

De que vienen tiempos difíciles en sequía, vienen. Hoy Dios se ha retirado y sólo nos queda entrar en conciencia para cuidar lo poco que nos queda. Adieu.

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