“De armas tomar”
Mi ciudad era rica en sabinos, árboles enormes y de unas copas que en verano brindaban una agradable sombra, benigna y envidiada. Son árboles centenarios que si hablaran narrarían las mil historias que nuestra ciudad posee… hace tiempo todos nos sorprendimos de que uno de ellos, de los pocos que quedan, se viniera debajo de un día para otro. Luego de investigar se notificó que no había sido por tala, ni por jóvenes bandoleros que lo hubieran incendiado como ya había pasado antes con otros. La sorpresa vino cuando los investigadores forestales advirtieron que en el corazón del enorme árbol, había una gran cuña metálica. Hacía años, cuarenta, cincuenta o quien sabe cuántos, algún campesino había intentado derribarlo y al rompérsele la cuña, decidió dejarla ahí. Los años pasaron y el cuerpo de la planta lo resintió al grado de irle mermando la existencia de apoco, como un silencioso cáncer. No diré que la gente le lloró al sabino, pues sonaría demasiado dramático, sin embargo, es fecha que se extraña su benigna sombra y hay muchos que recuerdan bien los momentos gratos que pasaron bajo su amparo…
Desde que lo recordamos, los Estados Unidos, ese país de Norteamérica, nos ha dejado bien en claro que es de armas tomar. Desde que llegaron los primeros migrantes ingleses a este territorio, hicieron cuanto pudieron para hacer de este sitio, un lugar agradable para su gente. En el proceso aniquilaron nativos, talaron millones de hectáreas para crear ciudades, se crearon cientos de ideologías religiosas protestantes, eliminaron costumbres y tradiciones de las tribus nativas, promovieron la esclavitud, y en el peor de los casos, se apoderaron de buena parte de territorio mexicano. En poco tiempo y pese a los peores pronósticos de parte de su tierra madre, los nuevos inquilinos crecieron a una velocidad inesperada convirtiéndose en una nación de libertad y ejemplo mundial. Casi casi en un santiamén, Inglaterra ya no era tan poderosa como se decía y su hijo prodigo pasó a ser mucho mejor que ella. Su intervención en una primera y segunda guerra mundial los colocó como los grandes benefactores y protectores del orbe. Ser amigo de Estados Unidos terminó siendo el objetivo de muchas naciones que como Israel, se sintieron amparadas ante cualquier ataque de otras naciones.
Entonces llegamos al punto del árbol gigantesco que se llama Estados Unidos de Norteamérica que sin saber cómo ni cuándo, alguien le dejó una cuña clavada en las entrañas. Una cuña llamada libertad de armas en territorio nacional. Estados Unidos tiene bien clarificado su ideal de que cada habitante de su nación posea un arma teniendo una mayoría de edad. Países como el nuestro, tiene una ideología muy distinta. No cualquiera puede tener un arma en casa. El no tener un arma de fuego en el hogar nos ha ahorrado a los mexicanos cientos de conflictos y crímenes. Muchos o una gran mayoría de los asesinatos caseros que han sido perpetrados por armas, los dueños no tenían los permisos. Para infortunio nuestro, los miles de crímenes relacionados con el narco, fueron realizados con armas traídas de los Estados Unidos de manera ilegal. El famoso operativo denominado Rápido y Furioso, que terminó siendo un fiasco y un fracaso, sólo cedió a los maleantes más de dos mil armas que en sus manos, le arrebataron la vida a cientos de personas.
Estados Unidos ha saltado a la fama internacional por su debilidad por las armas, por mantener a su población blindada y por creer que es por medio de estas que la nación puede sobrevivir a cualquier invasión. Hoy los jóvenes, la mayoría aturdidos por la mancha maligna de los videojuegos de violencia, tienen una idea muy equivocada de su uso. Muchos están a favor de que las nuevas generaciones se diviertan con juegos virtuales de masacres, pero cuando estas masacres tocan a su familia, se dan cuenta de que siempre estuvieron equivocados. Hoy los Estados Unidos se han convertido en la primera nación en tener una elevada cifra de crímenes escolares y tiroteos al aire libre. A últimas fechas los titulares de los diarios y las redes sociales han revelado una y otra vez los crímenes perpetrados por jóvenes inconformes, abusados por sus padres, maestros o algún otro familiar.
Las armas en casa se han convertido en esa terrible cuña que alguien dejó como heredad en el seno de la constitución del país de las barras y las estrellas. Hoy cientos de madres lloran por los hijos asesinados a sangre fría en los colegios y universidades; también en los centros comerciales, estadios, cines y como se supo a últimas fechas, en las iglesias.
Mi ciudad era rica en sabinos, arboles enormes y de unas copas que en verano brindaban una agradable sobra tan benigna y envidiada… seamos como estos árboles, dados a brindar placeres a quienes los necesitan. Seamos placenteros al aconsejar, cuidar, al dar amistad. Saquemos las cuñas en el alma de los demás, sanemos espíritus.
Hoy Estados Unidos se tambalea como nación porque como los grandes actores del cine de vaqueros, son de armas tomar, y sus dirigentes siguen negándose a sacar esa cuña que tanto daño les hace. Adieu.
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