La pluma profana de El Makés

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“Invasión a la mexicana”

Durante años las proyecciones fílmicas norteamericanas pusieron en jaque a la humanidad al mostrar enormes bestias atacando la ciudad de Nueva York, Tokio o Londres. Se podía ver a Godzilla, King Kong o al marinerito de malvavisco en los Caza fantasmas moliendo bajo sus pies a las masas desesperadas. El público, sediento de emociones vivía en conmoción mientras engullía palomitas, hotdogs y cocacolas. En México las invasiones no pasaban de vampiros, momias y hombres lobo que eran aniquilados por el Santo o el maravilloso Blue Demon. Por años la industria cinematográfica y la televisión nos mantuvieron en una increíble hipnosis que nos hizo ignorar que la realidad violenta crecía sin que no diéramos cuenta.

En México, la televisión y los diarios informativos de más circulación nos hicieron creer que lo que se decía en voz de grandes comunicadores como los Zabludovky, era verídico, mensajes reales que dudar de ello era pecar contra el gran Dios de las comunicaciones. Y así, por muchas décadas vivimos cegados en que la verdad era lo que se dictaba ahí sin darnos cuenta que se gestaba una terrible invasión que al paso de los años se convertiría en una pesadilla de la que a la fecha no podemos escapar. La mafia de las comunicaciones fue descubierta no hace mucho. Todo estaba bien fraguado y arreglado para hacernos creer que no podía haber mejor gobierno que el reinante por muchos años en el país; pero la gente comenzó a atisbar a lo lejos, a aguzar el oído y a levantarse del suelo. De pronto supimos que era muy tarde y que la corrupción atizada por hombres como El Negro Durazo, Salinas de Gortari y muchos otros personajes, solo nos habían heredado un país corrupto y casi imposible de limpiar.

Hoy México está invadido de cientos de mafias contra las que, si no es imposible escapar, sí algo complicado combatir. Al norte de México y en específico en la zona fronteriza, existen más de ochenta bandas de traficantes de indocumentados que, ya no sólo trafican migrantes, también mujeres y muchas armas.

La violencia contra los migrantes, que incluye, ya no sólo el asaltarlos y quitarles hasta el último trapo que traigan puesto, sino el abuso sexual y la esclavitud en muchos lugares como mano de obra gratuita, ha resultado imparable y de un combate lo bastante conflictivo. Con todo y que el gobierno ha dicho que se han implementado diversas medidas de combate a la violencia contra los que viajan con dirección a los Estados Unidos, la realidad del fracaso es evidente. Día con día surgen nuevas noticias de personas extranjeras extraviadas, igual fosas clandestinas con fuereños,y sin contar los muchos que perecen ahogados en el rio Bravo ante la mirada fría de la borderpatrol.

No podemos dejar de hablar de otra de las invasiones que aunque suele estar ligada en cierto modo al tráfico de personas, se cuece en una olla aparte, esto es, los cárteles de la droga. Dichos cárteles se han convertido en la peor pesadilla de la gente y no para el gobierno. Decir que es una preocupación para el gobierno sería mentirnos pues muchos saben que existe cierto contubernio entre un grupo y otro. Este complot o alianza ha provocado que ante un diálogo entre ambas partes, las ciudades vivan en cierta paz, mientras que los gobiernos que se niegan a entablar un acuerdo, hoy en día están bajo fuego.

Creo que se tendría que poseer un espíritu tan potente como el de Bukele en el Salvador, como para poder contra una pandemia de violencia que arremete contra todo y contra todos.

El estado de Coahuila prepara su territorio para las próximas elecciones, sin embargo, los candidatos son parte de esta ola de invasores que, disfrazados de bondad ya recorren el campo, las ciudades y los ejidos en busca de un voto. Ciertamente los invasores están entre nosotros disfrazados con un lindo saco, una corbata y mucho gel en el cabello.

México es experto en echar a perder todo lo que se le brinda. Llevamos encima una cultura muy bofa y liviana que nos ha convertido a lo largo de los años en un país llamado justamente tercermundista. La ecología es algo que no nos importa, y la prueba está en la contaminación y desaparición de los ríos. Talamos bosques y selvas para poner casas de interés social que se derrumbarán a la primera ventisca (Ciudad Acuña puede testificar de esto). Y es que en cada uno de los puntos citados con anterioridad, la invasión no viene de afuera, sino de aquí, de entre nosotros mismos; todos contra todos devorándonos ante la vista, risa y carcajadas de los países del primer mundo que desean nos aniquilemos para apropiarse de lo que ellos sí sabrían sacarle provecho. Invasión a la mexicana, y nosotros, los reyes para llevarla a cabo. Adieu.

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