La pluma del viajero

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YOLY LOVE

Me junté con Plinio en 1989 y como nuestro amor requería privacidad, puse a mamá en el cuartito que por años había resguardado la herramienta del jardín. No era tan chiquito, tenía un respiradero y le había puesto un ventilador de pedestal para que aguantara los calores caniculares. La casa era enorme. Papá había trabajado años en La Compañía Minera México. Mamá no era vieja, apenas tenía cincuenta, pero como era diabética, le faltaba una pierna y tres dedos de su mano derecha. Al principio la tuvimos con nosotros, pero cuando empecé a ver que ya no podía hacer tortillas y menos ayudarme en los quehaceres de la casa, Plinio me dijo que mejor le preparáramos un rinconcito por ahí. Teníamos el cuarto de huéspedes, pero seguido venían amigos nuestros a pasar fines de semana con nosotros y pues no me gustaba que ella viera las trasnochadas llenas de cerveza, marihuana y sexo. Tampoco me gustaba que vieran a esa vieja llena de costras y medio ciega deambular por la casa.

Un día que llegué de Merco, donde trabajaba de cajera, encontré a mamá tirada en un lado de la taza del baño, lloraba y sangraba de su oreja izquierda. Mi hombre estaba sentado en un sillón y sin más me dijo que mamá había ido al baño sola, que no había alcanzado a llegar bien y que había ensuciado todo. Al igual que él me indigné pues en media hora llegarían unos amigos y yo aún no preparaba la cena. A como pude levanté a mamá y ya en el jardín le di un regaderazo nomás para quitarle la mierda. La metí en su cuarto y le dije que dejara de hacer pendej**** y que me ocuparía el resto de la noche.

Justo a las tres de la madrugada apareció en la sala encontrándome en el sexto cigarrillo de yerba y a Plinio teniendo sexo con nuestras visitas.

-Quiero que vengan tus hermanos, me dijo con sus ojos brillosos.

-No seas tonta Orvilia, mis hermanos no vendrán desde Acuña nomás para oír tus necedades.

-Voy a cambiar el testamento, Julia. Ya no eres la misma.

-Sí que es una burrada lo que piensas. Ellos viven bien y con su familia. ¿ quieres quitarme la casa? Antes te estrangulo, mamá, ¿Quién te echará de menos? Plinio tiene buenos contactos, y ni mis hermanos querrán meter mano, así que apacíguate y ve a tu cuarto.

La vi ir llorando en la silla de ruedas y yo escupiendo en su macetero favorito de margaritas secas.

Un día encontré a mamá muerta en la alacena. Se había tomado de un sólo trago el veneno para ratas. No sé cómo será morir así, pero seguro se retorció como lo que era, un pestilente roedor.

Con las investigaciones se descubrió que Orvilia, mamá de Julia, o July Love, como me decía de niña, tenía días sin comer, sin bañar y vivía en un cuarto infestado de mierdas con gusanos, orines evaporados y ropa sucia… ¿fui mala? El periódico el Tranchete, el Zócalo y las noticias me pintaron como la peor mujer del mundo. No me acusaron de asesinato, pues ella se había suicidado solita, pero sí de abandono. Plinio pagó y no pisé cárcel.

Orvilia, la mujer que quiso desheredarme sin lograrlo, no fue velada ni visitada por mis hermanos que ni presentes en el entierro estuvieron. Sabía que así sería pues ellos habían escapado a tiempo. De hecho ni yo fui y es tiempo que no sé ni donde está enterrada.

Plinio y yo nunca tuvimos hijos, él sabía que eso pasaría. Desde un inicio y en confianza le había dicho que mamá me había llevado a Múzquiz, siendo yo como de ocho años, para que me quitaran eso que ella decía, era “El corazón del diablo”. Me castró de niña y me puso en manos de un grupo gnóstico que venía de Guadalajara y que se había establecido en Barroterán. Desde niña serví a un hombre que según mamá era el elegido. Me abusaba. Me ponía desnuda frente a todos, me acostaba en el suelo y descalzo me pisaba la cara y le decía a la congregación que así se pisaría la cabeza del dragón. Desde el suelo miraba a mamá ahí sentada y sonriendo. Entonces todos aplaudían y gritaban ¡El diablo abajo!, pero yo no era el diablo y ese hombre me ponía su planta del pie presionando más y más. ¡¡Soy Yoly Love, Yoly Love!!!, pero ella, poseída toda, no me oía. Entonces me llevaba a mí y a Rocío Alcocer, Tania Bribiesca y a Lupita Briones a su cuarto y así él se convertía en el elegido al que habríamos de complacer. Cuatro niñas castradas y un hombre que nos golpeaba si no alabábamos su pequeña, sucia y pestilente estatuilla de carne.

Un día el supuesto líder se fue y mamá se desencanto de sus profecías. Yo ya tenía dieciséis y un profundo odio a quien hacía mucho había dejado de ser mi madre. Fui su consentida por años. Me daba todo, pero conocer a esos extraños la cambió. Ya no me decía, Te amo Yuly Love, ya no.

No tengo hijos ni deseos sexuales. Soy una momia acompañada por un hombre que lejos de hartarse de verme sin expresiones a la hora de coger y de tener un humor diabólico, optó por quedarse. Sigo aquí en mi casa enorme y la recorro todos los días recordando a papá que murió intentando ponerme a salvo, pero que ella había matado misteriosamente cuando intentó sacarnos de esa congregación.

Nueva Rosita y mi calle Sonora han sido mi todo y con todo y que mis hermanos habían huidoabandonándome en manos de mamá, nunca les guardé odios… ¿ Soy mala? No, no lo soy. Soy Julia viviendo en mi gran casa de la Independencia con un Plinio ciego al que llevo a comer bisquetes con café y a caminar para que se desaburra…  ¿soy mala? Yo les pregunto sin importarme de antemano que su respuesta sea afirmativa.

JUAN DE DIOS JASSO AREVALO
EL VIAJERO VINTAGE
@derechosreservadosindautor

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