MÉXICO.- La Organización Mundial de la Alergia sostiene que entre el 20% y 25% de la población global padece de alergias. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que para 2050, hasta el 50% de las personas en el mundo podrían desarrollar alergias al polen, así lo dio a conocer la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Alergias, ¿qué son y por qué ocurren?
Las alergias son la respuesta exagerada del sistema inmunitario al reaccionar ante un agente externo percibido como amenazante. Al ocurrir esto puede liberar histamina de manera excesiva, provocando síntomas alérgicos como:
- Lagrimeo
- Congestión nasal
- Hinchazón
- Picazón
- Vómitos
- Diarrea
- Contracciones en los músculos pulmonares que dificultan la respiración (en casos graves)
La histamina juega un papel crucial en varios procesos fisiológicos, incluidas las reacciones alérgicas y la secreción de ácido estomacal, además regula la sensación de apetito y los ciclos de sueño-vigilia.
Tipos de alergias
La UNAM explica que existen diversas categorías de alergias en función del tipo de alérgeno y la vía de entrada:
- Por inhalación de alérgeno
- Cutánea
- Alergia estacional
- Por ingestión de alimentos o medicamentos
- Por picaduras de himenópteros, como abejas y avispas
Las alergias inhalatorias son las más comunes y pueden surgir en cualquier momento del año, agravadas frecuentemente por los cambios estacionales.
El peligro de automedicarse por alergias
Los antihistamínicos son un tipo de medicamentos que buscan neutralizar la histamina, una sustancia química vital pero poco comprendida, presente en múltiples tejidos y almacenada en células especializadas como los mastocitos y en cierto tipo de glóbulos blancos de la sangre llamados basófilos.
Sin embargo, se ha observado un incremento en la automedicación con antihistamínicos para mitigar dichos efectos, sobre todo de las alergias inhalatorias.
Ante esto, Nohemí Salinas Jazmín, de la Facultad de Medicina de la UNAM, señala que, aunque estos medicamentos pueden ser efectivos, la automedicación puede ocultar patologías subyacentes.
“Los antihistamínicos ayudan a controlar los síntomas de las enfermedades alérgicas, pero si los síntomas persisten, es esencial consultar a un médico para descartar otros problemas de salud y obtener el tratamiento adecuado según los síntomas y su duración. Por lo tanto, mi principal recomendación es evitar la automedicación, excepto en situaciones de emergencia”, explica.
Los antihistamínicos están disponibles en formas orales, tópicas y parenterales. Se clasifican en tres generaciones, cada una con características distintas:
- Primera generación: bloquean la unión de histamina en el cerebro y la médula espinal, utilizados principalmente en reacciones alérgicas graves. Ejemplos: incluyen prometazina y difenhidramina.
- Segunda generación: actúan en tejidos periféricos y son de rápida eliminación por el organismo, adecuados para tratar urticaria y rinitis alérgica. Loratadina y cetirizina son algunos ejemplos.
- Tercera generación: derivados de modificaciones de antihistamínicos de segunda generación y debatidos como una categoría distinta. Incluyen la levocetirizina y la desloratadina.
A pesar de ser medicamentos de venta libre, Salinas Jazmín sugiere que las personas con alergias recurrentes acudan al médico, quien podrá prescribir el antihistamínico más adecuado, ajustar la dosis y la forma de administración, e informar sobre efectos secundarios y consideraciones adicionales, como la salud renal y hepática.
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