Aunque el efectivo siga siendo la primera opción para el mundo en general, existen muchas otras formas de pago que, poco a poco, están ganando espacio sobre las monedas y billetes. Es más, algunos expertos ya anuncian que la desaparición total del dinero en efectivo en ciertas partes del mundo se dará en los próximos años. Lo cierto es que hoy en día, en países desarrollados como Suecia, por ejemplo, existen cada vez más tiendas que ya no aceptan dinero en efectivo. No me sorprendería que en algunos años Suecia se convierta en una sociedad sin efectivo. China, por ejemplo, es otro país que va por ese camino. No hay más que pasear por sus ciudades para darse cuenta de la particular revolución que están viviendo los sistemas de pago en esta potencia mundial. EE.UU., aunque a un nivel no tan avanzado, también va por ese camino. Una encuesta de Gallup de 2016 mostró que sólo el 24% de los estadounidenses usa efectivo para pagar la mayoría de sus gastos. En Reino Unido los pagos con tarjeta superaron a los realizados con billetes por primera vez en 2014. A su vez el consumo en medios electrónicos se incrementó a casi el 60% entre los ingleses, según datos del Foro Económico Mundial.
El boom de Internet, la gigante ola tecnológica y ahora la banca electrónica han dado paso y facilitado esta gran transformación en nuestras vidas. Lo cierto es que hoy en día la gente puede ver su dinero en su cuenta de banca online, pueden pagar con tarjetas de crédito y pueden hacer todo tipo de transacciones locales e internacionales a través de su móvil.
Pero ¿qué posibilidades hay de que estos fenómenos se repitan en nuestra región? Una región que es, sin duda, más limitada a nivel económico, tecnológico y educacional. En muchos de los países de Latam estamos todavía muy atrás en porcentaje de pagos por medios electrónicos, pero hay que resaltar que el crecimiento es constante desde principios de 2000. También debemos resaltar que la población de nuestros países está más proclive a los pagos online y a través del móvil. Y, plataformas como PayPal, han logrado reducir el temor que muchos tenían sobre compras en línea. Todo esto es un buen indicador.
El objetivo es lograr concientizarnos de que la digitalización de la banca en America Latina, además de aumentar la transparencia de las operaciones financieras, ahorra costos al sistema e incrementa el acceso de personas de bajos ingresos o de poblaciones apartadas. También debemos entender las entidades que no estén en camino de esa transformación saldrán del mercado en pocos años. Poco a poco, y a nuestro ritmo, veremos en nuestros países el incremento de las billeteras digitales—aplicaciones y hardware que nos permitirán comprar en forma directa, sin necesidad de tener que tocar efectivo y ni siquiera la tarjeta de crédito.
Están, por supuesto, los que no les gusta la idea del final del dinero y consideran que la población no bancarizada es un problema, que incluso los marginaliza aún más. Pero con los sistemas actuales la gente que tiene un teléfono inteligente también tiene una cuenta virtual, sin necesidad de tener un vínculo con los bancos o entidades financieras, lo cual reduce el problema.
También están los que dicen que las iglesias y las ONG’s sobreviven gracias a las donaciones, pero de hecho, ya se puede donar electrónicamente de manera sencilla, segura y anónima. En definitiva, siempre hay maneras de hacer feliz a todo el mundo.
En conclusión, considero que todos vamos hacia la misma realidad. Unos llegarán (o llegaron) antes que otros, pero el mundo va por este camino y debemos no sólo aceptarlo sino aprovechar de todo lo que esto significa y de los miles de beneficios que traerá en vivir en un mundo sin efectivo.
Las sociedades modernas deben seguir el paso de la tecnología y no pueden depender ya de la impresión de billetes o el giro de cheques, actividades que nos alejan del desarrollo y transformación digital.
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