Isabel Bustos, fundadora y directora de la compañía cubana de danza contemporánea Retazos, presenta hoy en Miami un espectáculo en el que las bailarinas cargan a los bailarines, tal y como ocurre, según afirma, en la vida diaria de las mujeres.
“Siempre va a ser así. Las mujeres llevan la estabilidad de las sociedades. Los hombres abren caminos, pero después las que estabilizan las cosas, las que llevan la vida son ellas. Ellas cargan todo, cargan los hijos, a los maridos, las ollas”, asegura Bustos en una entrevista antes del estreno.
Miami, donde hay tantos cubanos, antiguos alumnos y bailarines, es una prueba de fuego que Bustos, una chileno-ecuatoriana que llegó en 1963 a Cuba, donde se quedó, está deseosa de superar.
Tras más de 30 años creando espectáculos conceptuales, recorrer buena parte del mundo y asentarse como referencia en el quehacer de la danza cubana, Bustos desembarca en Miami de la mano de una institución que vincula la enseñanza con las artes, la Copperbridge Foundation, cuyo fin es promover el arte en el entorno del Caribe.
La promotora, Lauren Cleto Herrera, dijo que espera colgar el cartel de “todo vendido” en el Miami Dade County Auditorium, donde se presenta Retazos con “Possible Impossible”, una obra del coreógrafo Miguel Azcue, hijo de Isabel Bustos.
Esta obra “habla de las sociedades desarrolladas, de la incomunicación, del distanciamiento, de lo que puede sufrir el individuo dentro de una sociedad tan difícil, tan dura, pero es un espectáculo muy bello, muy creativo”, comenta la directora.
“Ha tenido mucho éxito en la isla. Obtuvo el premio Villanueva (que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba); ha sido una puesta muy interesante para Suecia y Europa”, recuerda.
A Bustos no pocos críticos la identifican con Pina Baush, la alemana que contribuyó a cambiar la danza contemporánea para adentrarse en un apartado bajo la etiqueta de “danza-teatro”.
Ella no niega el parecido pero aclara: “cada creador desarrolla su propio trabajo y su forma de concebir el arte, la vida, el movimiento. Creo que somos muy diferentes, pero es verdad que mucha gente ve puntos de coincidencias”.
Al finalizar una clase magistral en la National Young Arts Foundation de Miami, horas antes del estreno, Bustos asegura que con su técnica “formativa”, que ahora dicta sentada pues, según dice, se cansa, “en un año la gente está bailando”.
“En las escuelas necesitan cuatro o cinco años. Nosotros impartimos un mejunje especial y a veces nos salen cosas interesantes. La gente aquí se desarrolla a nivel individual y también como bailarín”, agrega.
Hace 30 años, Isabel Bustos apostaba por gente común, de la calle, y los convertía en profesionales de la danza.
Alina Ramírez Moro, que lleva seis años en la compañía de Bustos, reconoce a Efe que “el trabajo es muy físico y a la vez sentimental, emotivo”.
“La técnica de Retazos funciona en poco tiempo. Por lo general ahora mismo la tendencia es hacer mucho estilo neoclásico, mucha mezcla de ballet con danza contemporánea pero no usando el piso, no sintiendo la tierra. Retazos te da la fuerza del piso”, aclara la bailarina.
Ramírez ha acompañado al grupo de danza a Suecia tanto con “Possible Impossible” como con “Crisálida”, el más reciente montaje de la compañía. Y es que el proyecto Memory Max, que dirige Miguel Azcue, tiene su cuartel general en Malmö, al sur de Suecia, muy cerca de Dinamarca.