WASHINGTON.- El rapero Kanye West visitó este jueves la Casa Blanca y, sentado en el Despacho Oval, ofreció un soliloquio sobre Donald Trump, Estados Unidos, Corea del Norte, la polémica racial y la “energía masculina” que superó las expectativas de un encuentro que de por sí prometía mucho: dos de los seres más mediáticos y controvertidos de América en un tú a tú. Las cámaras de televisión, presentes en el inicio del encuentro, recogieron las palabras de West, quien entre otras cosas respondió que, por supuesto, se veía candidato a la presidencia en el futuro. Pero, eso sí, no antes de 2024, porque hasta entonces quiere al magnate neoyorquino a los mandos del país. Le llamó “héroe”.
Se veían el músico y el presidente para abordar la reforma de prisiones, pero aquello pasó sin pena ni gloria. Trump, detestado por buena parte del star-system, recibía a una de las pocas celebridades que lo adora y que tenía el día especialmente iluminado. Iba ataviado con la gorra oficial del trumpismo, esa roja con el lema Make America great again (se puede traducir como “Hagamos América grande de nuevo”) y dijo que le daba “poder” de algún modo, como si fuera “una capa de Superman”. Esto se debe a una carencia infantil que relató de este modo: “Mis padres se separaron, así que no tuve mucha energía masculina en mi casa. Además, estoy casado con alguien [Kim Kardashian] cuya familia no tiene mucha energía masculina, aunque es estupenda”.
“La gente cree que por ser negro tengo que ser demócrata”, protestó el rapero. El presidente suscita poco apoyo entre los afroamericanos y el amor de West resulta especialmente valioso por eso. “Trump está en su viaje de héroe ahora mismo. Puede que no pensara que tendría [allí mismo] a un loco hijoputa como yo”, continuó luego. Y comenzó las alabanzas a la Administración de Trump, por ejemplo, a su gestión del conflicto norcoreano. “Me gusta Corea del Norte”, dijo West de forma algo inconexa. Y el presidente intervino: “Diálogo, estamos teniendo diálogo”, señaló y añadió: “salvamos la guerra, salvamos millones de vidas”. West le tomó el relevo y sentenció: “Día uno, uno de los mayores problemas, solucionado”. “Solucionado, aún no, pero estamos en ello”, tuvo que corregir el republicano.
Pese a sus 21 premios Grammy de la música y más de 20 millones de discos vendidos, West resulta una figura incendiaria en EEUU, y no solo por la estima que le profesa a un gobernante tan polémico como el magnate neoyorquino. Por ejemplo, hace unos meses, en una entrevista con la web TMZ, se despachó así: “Uno escucha decir que la esclavitud duró 400 años. ¿400 años? Parece una opción”.
Tenía tal verborrea este jueves que en los pocos minutos que duró el directo le dio para hablar de todo lo divino y lo humano. El pasado mayo su esposa, Kim Kardashian, también visitó a Trump en el Despacho Oval para hablar de Alice Marie Johnson, una mujer afroamericana de 63 años que llevaba 22 en la cárcel y cumplía cadena perpetua por un primer delito no violento, la posesión de cocaína y lavado de dinero. Después de la reunión, fue indultada. Los West-Kardasian tienen hoy ascendente en Washington.
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