Joe Biden ordena cambiar las tuberías de plomo de todo el país en un plazo de 10 años

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ESTADOS UNIDOS.- Una década después de que la crisis de agua en Flint, Michigan, hiciera sonar las alarmas sobre el peligro que sigue suponiendo el plomo en el agua del grifo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, marcó un plazo de 10 años para que ciudades de todo el país sustituyan sus conducciones de plomo, lo que completaba una agresiva estrategia dirigida a garantizar que el agua potable es segura para todos los estadunidenses.

Estaba previsto que Biden anunciara el martes la norma definitiva de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) en el estado disputado de Wisconsin, en el último mes de una ajustada campaña presidencial. El anuncio ponía sobre la mesa un asunto (el agua potable segura) que Kamala Harris ha priorizado como vicepresidenta y durante su campaña presidencial. La nueva norma sustituye a una regulación más laxa aprobada por el gobierno del ex presidente Donald Trump que no incluía un requisito universal de sustituir las tuberías de plomo.

Biden y Harris creen que es “un imperativo moral” asegurarse de que todo el mundo tiene acceso a agua potable limpia, indicó el lunes a periodistas el administrador de la EPA, Michael Regan.

“Sabemos que más de 9 millones de tuberías de plomo antiguas siguen llevando agua a hogares en todo nuestro país. Pero la ciencia está clara desde hace décadas: no hay un nivel seguro de plomo en nuestra agua potable”.

La norma es la reforma más importante de los niveles autorizados de plomo en el agua en unas tres décadas. El plomo, un metal pesado utilizado en tuberías, pintura, munición y muchos otros productos, es una neurotoxina que puede causar una amplia gama de problemas de salud, desde trastornos de comportamiento a daño cerebral. El plomo reduce las puntuaciones de los niños en pruebas de inteligencia, merma su desarrollo e incrementa la tensión sanguínea en los adultos.

La EPA estima que el estándar más estricto impedirá que hasta 900 mil bebés tengan un peso bajo al nacer y evitará hasta mil 500 muertes prematuras al año por enfermedad cardiaca.

La nueva regulación es más estricta que la que se propuso el pasado otoño y requiere que los sistemas de agua se aseguren de que la concentración de plomo no supera un “nivel de acción” de 10 partes por mil millones, en comparación con las 15 partes por mil millones de la norma actual. Si se encuentran niveles más altos, los sistemas de agua deben informar a la población de formas para proteger su salud, incluido el empleo de filtros de agua, y tomar medidas para reducir la exposición al plomo al tiempo que trabajan para sustituir todas las conducciones de plomo.

Las tuberías de plomo suelen afectar sobre todo a zonas urbanas de bajos ingresos. Se encuentran con más frecuencia en zonas industriales y más antiguas del país, lo que incluye grandes ciudades como Chicago, Cleveland, Nueva York, Detroit y Milwaukee, donde Biden anunciará las normas el martes.

La nueva regla también revisa cómo se miden las cantidades de plomo, lo que podría incrementar de forma significativa el número de ciudades y sistemas de agua que se considera tienen niveles excesivos de plomo, indicó la EPA.

Para ayudar a las poblaciones a cumplir los criterios, la agencia ofrecerá una partida adicional de 2 mil 600 millones de dólares para infraestructura de aguas a través de la ley bipartidista de infraestructura. La agencia también concederá 35 millones de dólares en concursos para programas para reducir el plomo en el agua potable.

El plazo de 10 años no empezará a contar hasta dentro de tres años, lo que da tiempo para prepararse a las compañías de suministros. Un número limitado de ciudades con una gran concentración de tuberías de plomo podría recibir un plazo más largo para cumplir la nueva norma.

Biden hará el anuncio en Milwaukee, que ocupa el quinto lugar en la lista de ciudades con mayor número de tuberías de plomo en el país, según la EPA. Las autoridades locales han dedicado dinero de la ley federal de infraestructura para acelerar los trabajos de sustitución de conducciones de plomo y cumplir el objetivo de retirarlas todas en 10 años, en comparación con el objetivo inicial de 60 años.

Las tuberías de plomo pueden corroerse y contaminar el agua potable. Retirarlas reduce de forma drástica la posibilidad de una crisis. En Flint, un cambio en la fuente de agua potable de la ciudad hace más de una década la hizo más corrosiva, lo que disparó los niveles de plomo en el agua corriente. Flint era el ejemplo más llamativo de las muchas ciudades que han tenido problemas para reducir los altos niveles de plomo, como Newark, en Nueva Jersey, Benton Harbor, en Michigan, y Washington D.C.

La norma original sobre plomo y cobre en el agua potable fue aplicada por la EPA hace más de 30 años. Las normas han reducido de forma significativa el plomo en el agua corriente, pero tenían lagunas legales que permitieron que algunas ciudades tomaran pocas medidas cuando se disparaban los niveles de plomo.

“Creo que hay un apoyo muy amplio a hacer esto. Nadie quiere beber agua del grifo contaminada con plomo ni básicamente beber agua de una cañita de plomo, que es lo que están haciendo millones de personas ahora“, dijo Erik Olson, experto en salud y alimentación en la organización sin fines de lucro Natural Resources Defense Council, refiriéndose en general a los esfuerzos de la EPA por sustituir las tuberías de plomo antes del anuncio oficial.

El agua potable limpia es un derecho:

En la práctica, desenterrar las tuberías de plomo será un desafío enorme. La ley de infraestructura aprobada en 2021 ofrecía 15 mil millones de dólares para ayudar a las ciudades a sustituirlas, pero el coste total será muchas veces esa cifra. El requisito también se anunciaba después de que el gobierno de Biden propusiera nuevos estándares más estrictos para productos químicos duraderos conocidos como PFAS, o sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas. Esas normas también mejorarán la salud pública, aunque a un coste de miles de millones de dólares.

La American Water Works Association, un grupo sectorial, dijo cuando se anunció la propuesta que apoya los objetivos de la EPA, pero advirtió que el coste sería prohibitivo.

Otro obstáculo es encontrar las tuberías. Muchas ciudades no tienen registros fiables que indiquen dónde están. Está previsto realizar inventarios preliminares este mes, y muchas ciudades han dicho que no saben de qué material están hechas sus tuberías.

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