“Isidro Baldenegro, la sangre que nunca debió correr”

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¿Quién recuerda a Isidro Baldenegro?, yo sí. Y no sólo porque haya pasado a la historia por haber sido galardonado con el premio internacional Goldman, por su lucha en defensa del medio ambiente chihuahuense, sino porque días después, fue encontrado sin vida en la comunidad Coloradas de la Virgen.

Por muchos años Isidro peleó y defendió el bosque raramuri. Su lucha siempre estuvo amparada por las leyes gubernamentales y claro, por la más importante, las leyes ancestrales que dictaban que aquellos territorios eran herencia de unos antepasados sin tiempo.

Hoy la comunidad de Choréachi, municipio de Guadalupe y Clavo padece la ignominia de ser la comunidad que más luchadores sociales muertos han tenido. En 2015, Juan Ontiveros, otro luchador social expuso ante instancias internacionales el abuso a los pueblos raramuri y a los pocos días apareció muerto en el mismo sitio donde fue hallado Baldenegro. Bien podríamos hablar de Jaime Zubia Cevallos y Socorro Ayala, también defensores chihuahuenses, y la lista se tornaría larguísima pues desde hace 40 años a la fecha, más de 18 defensores de la vida social, ecológica y religiosa del mundo raramuri han sido ejecutados.

¿Y qué de los Tarahumaras? Nada distinto, ahí mueren dos activistas por año defendiendo tierra, agua y bosque. Durante el pasado gobierno federal, se asesinaron a 8 defensores de la naturaleza de la sierra Tarahumara.

Nada ha cambiado de aquellas viejas conquistas en la que los ibéricos llegaron a este continente y con lujo de saña, violentaron los derechos más íntimos de hombres y mujeres que poblaban estas regiones. Hoy, en pleno 2019 los abusos contra el mundo indígena no son nada diferente a lo que en el pasado hizo derramar mucha sangre.

Cada día se escucha sobre la muerte de favorecedores de derechos humanos, periodistas, protectores indígenas que hacen todo cuanto está en sus manos por defender sus reservas, sus sitios de adoración y sus costumbres. La codicia es el motor que ha llevado a la devastación moral, física y espiritual del ser humano. La codicia es la única debilidad culposa del hombre a la que nunca se pone el empeño necesario para derrocarla. La gran mayoría de los paladines huicholes que han muerto asesinados, han sido porque han defendido hasta el último momento sus tierras y sitios sagrados.

«El mundo existirá hasta cuando el último pino siga bailando», dice una frase Raramuri, sin embargo, la lucha que por muchos años han entablado los pueblos indígenas del estado de Chihuahua en defensa de su entorno natural, ha traído consigo un derramamiento de sangre impresionante. Cada día son más los pinos que sucumben ante la sierra del talador, igual como fenece la vida de quien lucha por mantenerlos en pie.

Nuestro país es tan rico en vida natural y mineral que ha detonado en un abuso contra los inocentes. La codicia no viene de la nada, en tierras tarahumaras y raramuri existen maderas preciosas y bajo tierra huichol, metales finísimos que empresas canadienses ya planean explotar. No nos vayamos muy lejos, la venta de Tatei Haramara o Isla del Rey, lugar sagrado donde nace el agua que da vida a los Wixaritari, fue vendida por el gobierno para entretenimiento cultural sin tomar en consideración a los huicholes, dueños ancestrales de tal lugar. Con todo y que el pacto Hauxa Mankahecho entre el gobierno y los líderes huicholes los amparaba, nada tuvo validez ante un nuevo gobierno entrante que los despojó de diez de las trece hectáreas que les correspondían.

Sin duda la conquista abusiva del ser humano contra otro no ha cambiado en nada. Son vejados los derechos más sagrados y no importa lo ancestral que estos sean.

Hoy nos hemos convertido en receptores idiotizados. Sabemos lo que pasa y nos negamos a tomar parte en la lucha por lo que evidentemente se nos acaba, como el aire, el agua, nuestros bosques, y todo por optar por la comodidad y no meternos en líos que consideramos ajenos, cuando no es así al formar parte de un mismo planeta.

Según los conocedores, el nuevo término para definir la palabra civilización es: “Cuando empieza a aparecer y establecer un sistema de vida factible; es decir, una relación apropiada entre el hombre y la naturaleza, de acuerdo con las características de una región determinada”… en conclusión, civilizados nos somos. Idiotizados por el egoísmo y la codicia sí.

Hoy Isidro Baldenegro no es una leyenda, es un pensamiento vivo en muchos que consideramos imperiosa la lucha por defender lo que nos da el respiro diario. Hoy Isidro Bladenegro, Juan Ontiveros, Jaime Zubia y Socorro Ayala, entre otros muchos, son en verdad nuestros verdaderos héroes nacionales, esos que lucharon porque nosotros, los que permanecemos egoístamente vivos, podamos seguir con los ojos abiertos a costa de su sacrificio. Adieu.

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