Desde su humilde casa de ladrillos enclavada entre las áridas tierras del sureste mexicano el agricultor Roberto Cocom Caamal aguarda ansioso la llegada de la temporada de lluvias para iniciar la siembra de sus cultivos como parte de un programa estatal de promoción de la agricultura que a dos años de su inicio sigue generando incertidumbre sobre su efectividad e impacto ambiental.
Cocom Caamal, de 72 años, es uno de los miles de agricultores que se incorporaron al plan conocido como “Sembrando Vida”, uno de los programas estrella del mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador quien ahora aspira a extenderlo a parte de Centroamérica -con el apoyo financiero de Estados Unidos- para contener la migración masiva.
En el marco de la cumbre climática que se desarrolló de manera virtual, López Obrador invitó el jueves a su par estadounidense, Joe Biden, a sumarse a la iniciativa y financiar el programa en Guatemala, Honduras y El Salvador.
La propuesta es que juntos ampliemos dicho programa en el sureste de México y en Centroamérica para sembrar 3,000 millones de árboles adicionales y generar 1.2 millones de empleos”, dijo el gobernante al dirigirse a Biden, y agregó que México colaboraría con la “organización productiva y social”.
La ampliación de “Sembrando Vida” ha generado posiciones encontradas entre quienes estiman que podría adaptarse perfectamente a los países centroamericanos y ayudar a sus comunidades pobres y los que creen que será muy difícil de aplicar y podría desatar una mayor deforestación en Centroamérica.
Aunque la grave escasez de agua que enfrenta la localidad agrícola de Kopomá, en el estado suroriental de Yucatán, ha impedido por meses a Cocom Caamal retomar la siembra, el agricultor se muestra optimista y asegura que “Sembrando Vida” le ha “abierto nuevos horizontes para seguir adelante” gracias a los cursos agrícolas que ha recibido y el ingreso equivalente a unos 225 dólares que devenga mensualmente y que lo han ayudado a mantenerse en estos tiempos difíciles.
Cocom Caamal forma parte de un grupo de 69 sembradores de Kopomá que participa desde el año pasado en el programa para desarrollar un área común de 172.5 hectáreas y sembrar algunas especies de árboles que recibieron de un vivero militar.
A dos años de su inicio “Sembrando Vida” logró la plantación de 700 millones de árboles frutales y maderables y dio empleo a 450,000 mexicanos, según cifras oficiales.
El año pasado el gobierno invirtió unos 1,300 millones de dólares y para este año dispuso un presupuesto cercano a los 1,400 millones de dólares para cubrir los gastos del programa que opera en 20 de los 32 estados de México.
López Obrador, que ha sido criticado por promover energías más contaminantes, sostiene que su programa estrella constituye “el esfuerzo más grande de reforestación en el mundo” que puede a frenar la migración al crear fuentes de ingreso y empleo.
Para atender la ola migratoria generada en Centroamérica el gobernante propuso a Biden que en el caso de que una persona trabaje por tres años en el proyecto, a partir del tercer año pueda tener derecho a una visa de trabajo temporal para ir a Estados Unidos por seis meses y luego retornar por seis meses a su pueblo.
Agregó que después de tres o cuatro años los participantes del programa podrían optar por una visa de trabajo o recibir la nacionalidad estadounidense.
Algunas organizaciones y ambientalistas discrepan sobre los beneficios ecológicos del programa asegurando que los sembradores están derribando árboles propios de las zonas para reforestar con especies más rentables, lo que estaría provocando la mayor deforestación de las últimas dos décadas en la selva tropical mexicana.
Diego Pérez Salicrup, investigador del Instituto de Investigaciones en Ecosistema y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se mostró cauto al hablar del impacto ambiental del programa y dijo a The Associated Press que aunque el plan puede implicar una mayor cobertura de especies de árboles y mayor captación de carbono, “es complicado hacer una evaluación de un programa de tal magnitud y envergadura a apenas dos años que comenzó”.
“No estamos para satanizarlo, pero tampoco estamos para decir que ha sido un éxito rotundo”, agregó.
Sobre el impacto en las condiciones de vida de las poblaciones beneficiarias Pérez Salicrup afirmó que hay una inversión muy fuerte en las zonas rurales pero sostuvo que habría que evaluar su incidencia en los ingresos de las comunidades una vez que el programa culmine.
En cuanto a la viabilidad de la propuesta que lanzó López Obrador de extender “Sembrando Vida” a los países del llamado Triángulo Norte -Guatemala, El Salvador y Honduras-, el investigador expresó dudas alegando que en esas naciones hay tradiciones de tenencia de tierra y de trabajo en el campo y una realidad ecosistémica diferente a la de México.
Por su parte, la ingeniera Noemí Interián, técnica productiva del programa estatal en Yucatán, dijo a la AP que “es factible” llevar la iniciativa a Centroamérica, pero sostuvo que habría que adaptarla a las condiciones del clima, los terrenos y las creencias de las personas.
Hace dos años las autoridades mexicanas anunciaron que “Sembrando Vida” se extendería a los países del norte de Centroamérica y, en particular, se activó en El Salvador.
El mayor flujo de migrantes que llegan a la frontera sur de Estados Unidos provienen de Guatemala, Honduras y El Salvador, que en último año se han visto golpeados por la crisis económica agudizada por la pandemia del coronavirus, la corrupción, la violencia y más recientemente por dos devastadores huracanes.
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