“Influencias funestas”

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Hace unos días y mientras me abocaba en un estudio sobre desapariciones de jovencitas en edad estudiantil de nivel medio, me escandalizó el hecho de que la mayoría de ellas había sido a causa de las trampas peligrosas de las redes sociales. La investigación me llevó a descubrir que el porcentaje más alto indicaba que eran utilizadas en el comercio sexual que en pesos mexicanos tenía una derrama económica sin parangón.

En sí, Coahuila es uno de los estados del norte que más desapariciones tiene. Las alertas Ámbar en muchos casos resulta un modo muy positivo para dar con el paradero ya no sólo de jovencitas, sino también con infantes sustraídos indebidamente de sus hogares. Aún y cuando muchos casos de adolescentes terminan en un susto, ya que un buen número resultan ser enojos que los llevan a ocultarse en casa de amigos o parientes, no siempre es así. El caso más reciente es el de la huida de una jovencita que escapó de casa en la ciudad de saltillo y todo apunta a que se fue con un trailero con rumbo desconocido.

Nadie desconoce que los depredadores sexuales están a la orden del día y se han afanado en modernizarse al grado de utilizar el internet como método por demás eficaz para atrapar a los jóvenes. Bien se puede hablar desde prostitución, abuso sexual, drogas o secuestros.

Leyendo “El retrato de Dorian Gray” del escritor irlandés Oscar Wilde, me topé con unas líneas que mucho me llamaron la atención y que en su análisis me hicieron pensar muy seriamente sobre el a quién tomamos por ejemplo y luz para darle un mejor cauce a nuestra vida. En sí pensé en esas voces que algunas personas y en especial los jóvenes escuchan hasta dejarse seducir al grado de dejar de  ser ellos mismos para actuar en nombre de otros.

«Influenciar a una persona es tanto como darle nuestra propia alma. Ya no piensa sus pensamientos naturales, ni arde con sus pasiones naturales. Sus virtudes ya no son suyas. Sus pecados, si es que hay pecados, son prestados. Se convierte en el eco de una música ajena, en el actor de un papel que no había sido escrito para él»

Vivir en un siglo en el que muchos de los valores que hacen virtuoso al hombre han sido desechados por considerarse añejos, anticuados o en desuso es un verdadero desafío, más cuando como padres lo único que se desea es poner a salvo a los hijos… lo curioso del caso es que cuando los padres se desviven por volver a resucitar aquellas valías de importancia, se topan con que ahora sus propios vástagos son quienes los sienten fuera de fase, pasados de moda, de otra era; los miran de reojo poniendo secretamente en la balanza lo que ellos pueden ofrecer en comparación con lo que el mundo les da… es ahí cuando se dan cuenta de que el mundo los ha absorbido o que en el proceso están, que su lucha por sacarlos de aquel pantano requerirá no solamente de mucha fe, sino también de obras… y es que ya lo dicen los textos cristianos que la fe sin obras es simplemente difunta. Sin lugar a dudas un porcentaje muy alto de seres humanos se ha visto envuelto en un punto de su vida en una poderosa maraña sutil de influencia externa que en su momento los hizo cambiar, sentirse diferentes, ya sea para bien o para mal y es que la idea de un solo hombre bien puede ser tan poderosa, mortal y destructiva como la candente lava volcánica que descendiendo  vorazmente arrastra en su furia todo lo que se ponga a su paso.  El poderoso dominio que tiene la seducción igualmente puede dar bendición o estrago en quien abra su corazón para recibir tal ofrecimiento.

A lo largo de su existencia la historia de la humanidad nos ha dejado ejemplo de situaciones que han llevado al hombre a su propia destrucción o gloria; cierto es que si nos negamos a conocer nuestra propia historia estamos condenados a repetirla… y es que malo no es mirar atrás para ver nuestros errores si en el intento está el no volver a repetirlos.

Preguntar si alguien conoce aunque sea de pasada la vida de Adolfo Hitler podría parecer necio. Fue un tipo tan maligno que hasta las piedras habrán oído hablar de él. Este famoso estratega militar se obsesionó tanto con las palabras de un filósofo que traía en su haber una idea muy negativa contra el pueblo israelita, que lo llevó prácticamente a dejar de ser él para adoptar los crudos pensamientos de quien escribiera libros como El anticristo, Humano, casi humano, Ecce Hommo y otras más donde su repudio por el cristianismo era más que evidente. Su nombre Friedrich Nietzsche. El resultado fue que en pocos años eliminó de la faz de la tierra a muchos millones de judíos bajo la consigna de mantener pura la raza aria.

Carlos Marx, escritor de El capital, no influyó mucho en la humanidad mientras vivió, sin embargo, tras su deceso su obra comenzó a revalorarse naciendo así en pocos años el llamado Comunismo, cuya filosofía se ha convertido en un verdadero suplicio para la humanidad.

La Madre Teresa de Calcuta es sin duda un ícono en cuanto a servicio se refiere. Sus miembros, además de los tres votos elementales de pobreza, castidad y obediencia, aceptaron un cuarto mandamiento: Servir a los pobres, a todos esos seres a quienes describía como personificaciones de Jesús. Su ejemplo de amor desinteresado al necesitado ha movido a tantos que a raíz de su muerte se han creado un sinfín de organizaciones filantrópicas en beneficio de la humanidad.

Hoy en día las malas o buenas influencias llegan a domicilio. Es en vano cerrar las puertas y ventanas para evitar que la contaminación inmoral penetre en nuestros hogares. La radio, la televisión, el Internet y otros medios de comunicación causan tantos estragos en la mente del mundo que es a veces muy difícil contenerlo. Todas estas creaciones son una maldición o una bendición según el uso que a ellos se les dé. Hoy en día la música tiene tanto poder que bien puede llevar a un ser humano al suicidio. La moda, de igual forma, invita tanto a la falta de castidad con modelos que dejan muy poco a la imaginación. Hagamos pues todo lo que esté de nuestra parte por penetrar positivamente en el alma de quien nos rodea, influyamos positivamente sin el menor interés de imponer nuestras ideas, sino al contrario, engrandecer positivamente las de los demás. No hay nada peor en el mundo que envidiar el jardín ajeno, mucho mejor es el compartir mi costal de fertilizante para hacer de él, de sus plantas, algo mucho más hermoso. Edifiquemos vidas, démosle mantenimiento a esas construcciones humanas que por acabadas por las situaciones cotidianas están a punto de derrumbarse. Miremos pues en retrospectiva. Analicemos punto a punto lo que de nuestra boca ha salido y que en cierto modo ha hecho cimbrar en mucho o en poco el alma ajena. No nos vallamos a meses o años atrás; no pensemos en grandes males que por nuestra causa se hayan suscitado, pensemos en las últimas doce horas, en lo inmediato, en lo que todavía pueda tener remedio, en lo que pueda devolvernos esa paz que seguramente se ha extraviado a causa de esas ligerezas que nos han puesto en un punto x clasificándonos como mala o buena influencia, según sea el caso… sea pues nuestra VOZ HUMANA algo que dé vigor a las raíces de quien por la tristeza causada por la pérdida se siente sola en el mundo; vigoricemos  con una sonrisa a quien esté desmoronándose a causa de sus casi indestructibles debilidades, sea así nuestra voz mucho más humana que nunca… sea hoy cuando digamos perdón al mundo si le hemos hecho daño a sus creaciones… veamos al universo, ese que requiere preferentemente una influencia positiva que acabe de a poco con esa maldición devastadora que intenta acabar con este planeta en el que se puede vivir sencillamente tan feliz.

Influenciar a una persona es tanto como darle nuestra propia alma, dijo Oscar Wilde, y nada más cierto que eso… cuidemos de que nuestros hijos piensen sus pensamientos naturales y que arda en sus pasiones naturales al debido tiempo y que cualesquiera que sean sus virtudes sean las propias y no heredades por alguien más, que sus errores sean los que le ayuden a progresar, que el eco de sus acciones seas sólo el fruto de sus decisiones y que su papel de actor en su vida personal sea el que él mismo buscó para su existencia.