«Dejad que los niños se acerquen a mí» dijo alguien hace ya algunos milenios. Hoy 2019 y en medio de esa horrible zozobra de saber si hemos de sobrevivir un año más a causa de tanta cosa que sucede a nuestro alrededor, pensamos en cuántos seres humanos han hecho de esta máxima algo tan propio y que los ha llevado a figurar en la historia por su amor profundo a la infancia. La lista es larga. Bien podríamos hablar de Gabilondo Soler y su fantástico “CríCrí”; Walt Disney y sus innumerables personajes;JimHenson y todo su mundo de marionetas de Plaza Sésamo; de Cepillín y sus nostálgicas canciones; Chabelo y sus grandes aventuras; Tatiana y su Pin pón; Capulina y su ingenuidad; Roberto Gómez Bolaños y toda su vecindad del Chavo. Y es que podemos salir a la calle, ir a una fiesta o al supermercado y es casi seguro el hecho de que en algún sitio de nuestra ruta nos toparemos con algún payaso, una muñequita, un tipo en zancos, algo, alguien que se encargue de dar algo de diversión a los pequeños.
Hoy yo tengo una duda. No sé si se nos acaba la sensibilidad pensando más en nosotros mismos que en los demás o definitivamente el seso se nos está encogiendo. Tal parece que aquella horrible experiencia que tuvimos con la guardería ABC en el vecino estado de Sonora no nos importó mucho. Hace unos días en el vecino estado de Chihuahua se suscitó un delicado caso de negligencia por parte de un CEFERESO que por alguna razón dejó escapar gas lacrimógeno que fue a dar hasta las aulas contiguas de un jardín de niños. Tal fue la gravedad del asunto que algunos menores fueron llevados a diversas clínicas para ser atendidos por especialistas médicos. Con todo y que luego fueron dados de alta y que fuera anunciado que estaban fuera de peligro, no faltó quien minimizara el asunto y ante el cuestionamiento de los padres de familia a los maestros, uno de ellos expuso que ya estaba todo controlado, que no había nada de qué preocuparse y que en realidad no había sido nada de qué alarmarse.
Ni cómo olvidar las 117 intoxicaciones en las guarderías en Guadalajara y Zapopan el año pasado. La bacteria Escherichiacoli había infectado los alimentos llevando a más de un centenar de alumnos a la clínica. Del mismo modo, terminaron en clínicas expertas y por fortuna, fuera de peligro.
Según una encuesta especializada en decesos y accidentes de índole infantil ha arrojado en meses anteriores que la causa más alta de mortandad en la niñez es la negligencia en el seno familiar. La mayoría de los accidentes son, por increíble que esto parezca, dentro de casa. Son muy variados, desde la violencia familiar, que es el más alto de los casos, hasta las quemaduras, cortaduras con arma punzo cortante, etc.
Ser dirigente, encargado, responsable o qué se yo de algo que se llame niños, no es cualquier cosa. Estamos hablando de embriones de futuros adultos y que requieren de cuidados extremos. El país está infestado de casos donde los cuidados hacia la infancia han dado mucho qué pensar. Las violaciones, el abuso y maltrato infantil están a la orden del día.
Por otro lado está el ignorar el que la infancia se pierda en el abismo de la ignorancia al no tomar en cuenta que son muchos los infantes que no asisten a las aulas escolares. No hace mucho conversé con un grupo de muchachos que se entretenía jugando videojuegos en un apartado de una biblioteca pública. De siete que eran y todos casi adolescentes, sólo uno estudiaba. La situación es mucho más grave de lo que parece y eso es evidente en el alto grado de delincuencia que hay a lo largo y ancho de nuestra nación.
“No es nada grave”, una frase emblemática para quien cree que todo está bien cuando el mundo se nos viene encima. Creo que es tiempo de que nos convirtamos en los legatarios de estos hombres y mujeres de arte que he citado al principio y que nos han dado la pauta a seguir. Dejemos que los niños vengan a nosotros y cuidemos de esa infancia que se nos ha confiado. Seamos guardianes celosos de esa generación que nos gobernará en los próximos sexenios y que dependiendo de ese cuidado es como será el mundo venidero que nos deparará en nuestra vejez.
Vivimos tiempos peligrosos en los que el mal se ha empeñado en hacer brotar en nuestros niños cierto germen de maldad menguando así sus nobles características. Luchemos contra la pornografía, el abuso infantil y la violencia intrafamiliar. Luchemos por hacer de este mundo algo realmente hermoso para quienes hemos traído al mundo con amor.Adieu.