Entrar en X Project es una fantasía. El centro de innovación de proyectos de Google rara vez abre sus puertas a personas ajenas a sus proyectos. En su garaje se guardan los coches de Waymo, como se llama la división de vehículos sin conductor. Andan alrededor de la nave como centinelas robóticos. En el patio una zona cubierta sirve para despegue y aterrizaje de drones.
Dentro, una combinación de palés y mobiliario futurista decoran este vivero de ideas. Los ingenieros llegan al trabajo en bicicleta, algunos llevan el perro consigo, otros se visten de rosa fucsia con traje de chaqueta… Lo que sea con tal de promover su creatividad. Su líder Astro Teller, una de las mentes futuristas más reconocidas, tiene coleta y se mueve en patines en línea. “Voy más rápido y me mantengo en forma”, se justifica. Está feliz. El proyecto que emprendió en 2012 está a punto de ver la luz. Project Loon, su sueño de dar conexión a Internet gratis en los lugares más recónditos. Google ha escogido globos aeroestáticos para hacerlo realidad.
La hazaña no ha resultado sencilla, pero son optimistas. Primero tuvieron que hacer los globos, aprender a que vuelen durante 100 días y dotarlos conexión. Funcionan como un punto intermedio entre los satélites y la superficie de la Tierra. Durante este tiempo han estudiado materiales y contratado a expertos en meteorología e inteligencia artificial para entender mejor cómo cambian las condiciones climáticas.
“¿Y si, en lugar de hacer anillos alrededor del mundo, conseguimos que vuelen en grupo, como un enjambre, y cubran áreas en las que hace falta conectividad?”, dijo, “Ya podemos hacerlo, y permite una señal constante”. Las pruebas previas al lanzamiento oficial se están haciendo en América Latina. Aseguran que quizá no sea ahí el primer lugar donde operen, pero también reconocen que es la región que mejor conocen y donde hay gran demanda de acceso a Internet. Ya llevan tiempo sobrevolando Perú, Puerto Rico y Argentina. Estas pruebas les han servido para conocer el comportamiento de su sistema en diferentes condiciones climáticas. En Nevada practicaron hasta dar con las técnicas adecuadas de despegue y aterrizaje.
Los ingenieros que cuidan y estudian los globos usan gafas de sol polarizadas, por protección propia, y pantuflas de andar por casa con una forma cómica de tiburón, para evitar dañar el material del que están hechos.
En Google, subrayan, no quieren competir con las operadoras de telecomunicaciones al uso, pero sí cooperar para solventar las carencias. Para el buscador y su entramado de empresas llegar a un mayor número de personas, aunque inicialmente no les ofrezcan ningún producto comercial o les cobren por ello, es una prioridad. Conseguir más personas conectadas a Internet amplía la cantidad de clientes potenciales que consulten la red y, en consecuencia, vean sus anuncios.
Desde las primeras pruebas ya han superado algunos hitos: 19 millones de kilómetros recorridos y una autonomía de hasta 190 días, 90 más de los inicialmente previstos. En Puerto Rico han creado una lanzadera capaz de mandar uno cada 30 minutos.
En esta carrera por conectar el mundo no están solos. Compiten con el vecino más incómodo, el que comenzó como una red social y ahora apuntan en todas direcciones mientras sus ingresos se multiplican. Facebook propone el uso de drones de material ultraligero para conseguir el mismo fin. Sin embargo, los de Mark Zuckerberg todavía no han hecho pública la posibilidad de que se conecten entre sí para dar una señal más sólida. Google, inicialmente, también quiso usar drones, pero cerró la división el mes pasado para centrar todos sus esfuerzos en estos globos.
No se ha desvelado la cantidad invertida en esta idea. Tan solo reconocieron que el presupuesto supera mil millones de dólares.
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