En La Haya, capital del derecho internacional, David finalmente ha vencido a Goliat. Luego de tres años de deliberaciones, la Corte Permanente de Arbitraje se inclinó a favor de Filipinas en su disputa con China sobre las islas Spratly en el mar de China Meridional.
El máximo organismo internacional para la solución de conflictos mediante el recurso de arbitraje, concluyó que no existe base legal para que China apele a “derechos históricos” sobre las aguas situadas en el interior de la denominada “línea de nueve puntos” fijada por las propias autoridades de Beijing. La instancia igualmente considera que China ha violado la soberanía de Filipinas mediante el desarrollo de actividades económicas en dicho archipiélago, rico en petróleo, gas y recursos marinos, y la restricción del acceso a los pescadores filipinos.
“Filipinas expresa firmemente su respeto a esta decisión histórica como una importante contribución a los esfuerzos en curso para solucionar los conflictos en el Mar del Sur de China”, sostiene en un comunicado el secretario de Exteriores filipino, Perfecto Yasay. “Al mismo tiempo, hacemos un llamado a todas las partes a actuar con moderación y sobriedad”. Estados Unidos dijo esperar que el fallo dé paso a la vía diplomática.
Las autoridades chinas se negaron a participar en el proceso afirmando que Filipinas sólo buscaba presionar políticamente y no una solución pacífica. Este martes, Cui Tiankai, embajador de China en Estados Unidos, dijo que el fallo de La Haya “ahondará el conflicto e incluso la confrontación”.
El fallo de La Haya supone un precedente para una de las regiones más inestables del planeta debido a la falta de un orden marítimo consensuado.
Desde hace décadas, el gigante asiático confronta reclamos sobre islas, atolones, piedras, arrecifes y bancos de arena, algunos deshabitados, otros bajo el agua. La zona en disputa abarca unos cuantos kilómetros, pero es factor de gran tensión entre China con Filipinas, Brunei, Malasia, Taiwán y Vietnam. “Para China, la justificación son las menciones históricas en los textos antiguos; para Filipinas, Malasia y otros, es la proximidad geográfica; para Vietnam, es el ejercicio activo y administrativo desde el siglo XVII”, sostiene Maochun Miles Yu, profesor de historia naval y militar de Asia del Este en la Academia Naval de Estados Unidos.
Las disputas van más allá de la defensa del orgullo nacional, forman parte de la batalla por el control de recursos naturales y el derecho soberano para administrar el paso por algunas de las rutas marítimas más transitadas del mundo. Para China la zona marítima es tema de seguridad nacional, al ser una barrera estratégica para la protección de los centros industriales y urbanos más importantes del este del país, sostiene en un análisis Peter Dutton, director del Instituto de Estudios Marítimos de China en la Escuela de Guerra Naval de EU.
“El asunto clave sigue siendo que todas las disputas marítimas y territoriales en el Mar del Sur de China son de carácter geopolítico. Es decir, ¿cómo se distribuye el poder en la región? ¿Cuál es el equilibrio de poder entre China y EU y entre China con sus vecinos más pequeños?”, explica Frans-Paul van der Putten, investigador del instituto holandés Clingendael. El experto en seguridad en Asia Oriental no cree que el fallo contribuya a pacificar la región. “Las tensiones aumentarán… China continuará con su política de rechazo a su jurisdicción”.