Quizá esto te haya pasado: son las 3:00 de la mañana, estás durmiendo tranquilamente en tu cama y, de repente, te despiertas de golpe, sin razón aparente. Lo peor de todo es que no puedes volver a dormirte, por más que lo intentes. Es como si tu cuerpo quisiera seguir durmiendo, pero tu cerebro permanece alerta y se rehúsa a regresar a los laberintos del sueño.
¿Por qué ocurre esto? ¿Es acaso alguna enfermedad? ¿O es algo que le pasa a todo el mundo, en algún momento de su vida? ¿Tiene que ver con fuerzas sobrenaturales o el horario es sólo una coincidencia?
La hora de las brujas
Cuenta la leyenda que las 3:00 de la madrugada es la hora de las brujas o la hora del demonio. De acuerdo con la religión católica, Jesús murió a las 3:00 de la tarde, por lo que la hora ‘opuesta’ sería a las 3:00 de la mañana y los seres oscuros tomarían este horario como una manera de burlarse o desafiar a Dios.
Se dice que en ese momento de la noche es cuando más actividad paranormal se registra y los espíritus tienen contacto con el mundo de los vivos. Si uno de estos entes está cerca de ti y te observa fijamente, esto provocará que te despiertes inmediatamente y no puedas conciliar el sueño de nuevo.
Quienes creen en esta teoría aseguran que la energía de estos espíritus -sean buenos o malos- es tan fuerte, que pueden sacarnos del sueño sin necesidad de tocarnos o hacer algún ruido, basta con su mirada penetrante para que nuestra mente se ponga alerta y nuestros sentidos adviertan que algo extraño sucede a nuestro alrededor.
Si despiertas a las 3:00 am, la ciencia tiene algo que decirte
Todo se remonta a nuestros antepasados, los cuales vivían rodeados de peligros y estaban en condiciones más vulnerables durante la noche. Al igual que les ocurría a ellos, nuestros sentidos se agudizan al estar en la oscuridad, esto para permanecer alerta ante los posibles depredadores.
Además, para evitar ‘bajar la guardia’, los primeros humanos no dormían varias horas de corrido. Generalmente descansaban 3 o 4, despertaban un rato para vigilar y volvían a conciliar el sueño por un par de horas más; a esto se le conoce como ‘sueño segmentado’.
Conforme evolucionamos, esta forma de descansar se fue perdiendo y nos acostumbramos a dormir más tiempo seguido. No obstante, cuando estamos sometidos a mucho estrés, ansiedad o nos vamos a la cama pensando en que tenemos que terminar alguna tarea o resolver un problema en cuanto nos levantemos, esto provoca que nuestro cerebro continúe alerta y se despierte después de algunas horas de sueño para atender esos pendientes.
¿Por qué a las 3:00 am y no otra hora?
Las 3 de la mañana es una hora aproximada en la que despertamos, pero puede ser una hora antes o una hora después. Esto es porque depende mucho de la hora en que la persona se acueste a dormir y cuáles sean sus hábitos de sueño.
La ansiedad prolongada afecta nuestro sistema nervioso central y, por lo tanto, también nuestras fases del sueño. La primera alteración es que tardamos mucho en poder dormirnos, no ocurre en pocos minutos como cuando estamos relajados. Esto provoca que nuestro ciclo de sueño comience alrededor de la media noche.
Después de ese tiempo, nuestro sueño se dividirá en dos fases: la etapa no REM (Rapid Eye Movement) que en promedio dura 60 minutos, la fase REM que tiene una duración de 20 o 30 minutos y, de nuevo, un período no REM de no más de 5 minutos. Este ciclo -de aproximadamente 90 minutos -se repite varias veces durante la noche, según el tiempo que permanezcamos dormidos.
No obstante, a pesar de ser un evento cíclico, nuestro organismo presenta diversas reacciones. Después de 2 o 3 ciclos completos (cerca de las 3:00 am), nuestro cerebro comienza a segregar mayor cantidad de prolactina, que es una hormona que promueve la relajación. Sin embargo, cuando estamos muy ansiosos o estresados, nuestro cuerpo produce esta hormona en menor cantidad y se nos dificulta mucho más tener un sueño profundo y continuo.
Combatir la ansiedad
Algunos síntomas que acompañan al hecho de despertarnos a las 3:00 am son: inquietud, desasosiego, taquicardias, sensación de amenaza, irritabilidad, temores infundados, pensamientos negativos y, una vez que se vuelve a conciliar el sueño, generalmente es muy ligero.
Si esto te ocurre más de una vez a la semana, por varias semanas, es recomendable que acudas con el especialistas para identificar qué es lo que te está produciendo tanta ansiedad y no te deja dormir tranquilo.
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