España derrota a Escocia y ya fija la vista en la Eurocopa 2024

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ESPAÑA.-España salva un mal trago ante una Escocia que metió músculo y susto en La Cartuja. No hubo sitio para la exhibición ante un rival que fue una piedra. Cuando los susurros recorrían la grada Morata metió la cabeza en un buen centro de Navas. El segundo gol abrió una herida demasiado amplia para lo visto. La Eurocopa se acerca. Es el objetivo para una selección que se mueve entre la alegría y las dudas. Hay de todo.

El desfile español comenzó de manera colorista. A los sesenta segundos Morata entregó un balón a Ferran en el punto de penalti y el delantero lo mandó cerca del poste ante la salida de Gunn. Escocia se ató el pantalón, se atrincheró cerca de su portería y tapó huecos con músculo y orden.

Sin los lesionados Pedri, Lamine Yamal o Asensio, futbolistas gobernados por el ingenio, a España se le pedía un ejercicio de autoridad. No había debate en cuanto a la propiedad privada del balón. El grupo de De la Fuente había preparado un partido de fútbol y se encontró con uno de balonmano, una sesión que se jugaba en cuarenta metros. Ferran Torres ocupó la plaza del tocado Nico Williams en el once inicial. El fútbol de burbujas de Bryan Zaragoza se guardaba en la nevera.

Impaciencia española

Había riesgo de caer en la ofuscación y la impaciencia. A España le faltaba pericia en el uno contra uno. El partido se inclinaba hacia lo que le gustaba a Escocia. El líder del grupo se acercaba a Unai Simón sólo en el juego parado. Hasta los saques de banda cerca del área española se celebraban como si sucedieran en Murrayfield en tarde del VI Naciones. Un remate de Merino se fue al palo y salvo un remate de Morata anulado por un fuera de juego de varios metros se vio poco. Los centros al área de Carvajal y Balde eran golosinas para los tendones escoceses.

El deporte, el de alta competición y el de barrio, cuenta con una memoria a prueba de laboratorios. Cualquier afrenta, ya sea una palabra o una patada, se señala en el calendario para ser devuelta cuando haya ocasión. Este partido llevaba en la cartelería unas palabras de Rodri sobre el fútbol escocés. El guardacostas del City es el domicilio postal del juego de la selección.

En las escaramuzas el líder fue Dykes, un hombre boya que se encargó de medir tatuajes y codos con Laporte en balones aéreos. El partido necesitaba de estos adornos para captar atención. El final de la primera mitad fue desagradable con la lesión en la clavícula de Robertson, el lateral del Liverpool, tras caerle encima Unai Simón.

El partido requería remover la tierra. De la Fuente metió en el campo a Fran García y Bryan Zaragoza, que en la primera jugada enseñó el carnet de futbolista de calle con dos regates y un remate lejano. Los fuegos artificiales concluyeron pronto.

 

Los centros de Navas

Un arabesco innecesario de Carvajal en la banda terminó en falta cerca del córner para Escocia. Mc Tominay, el verdugo de Hampden Park, lanzó una de las faltas de su vida, pero el gol fue invalidado tras revisión del VAR por fuera de juego o falta de Hendry, que se pidió silla de tribuna junto a Unai Simón. Cuestión de milímetros y de fútbol moderno. Un placer.

Con el susto en el cuerpo España continuaba con el concurso de centros al área. De la Fuente dio carrete a Jesús Navas y el sevillista, uno de los especialistas en la materia, colocó un balón en zona protegida para que Morata rematara medio en plancha. El delantero está en un mes en el que le entra un balón de baloncesto en un hoyo de golf.

En unos minutos había virado el partido de una selección a otra. Sancet, en un servicio de un recién entrado Joselu, también pidió turno en una aparición para aliviar de manera definitiva el partido en un gol a medias con Porteous. Algún atrevido coreó con olés el final de la función. La Eurocopa es el objetivo y está más cerca.

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