Emotiva presentación del libro “Memoria” en el Palacio de Bellas Artes

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La coreógrafa Gladiola Orozco presentó su libro titulado Memoria del Ballet, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. (Agencia El Universal)

Una gran pantalla semitransparente ocupa todo el escenario. De pronto, la figura de Michel Descombey aparece, ahí. Su profunda mirada parece mirar fijamente a los asistentes al Palacio de Bellas Artes. Siete años han pasado del cierre forzoso del Ballet Teatro del Espacio (BTE) y cuatro años de la muerte del coreógrafo. Su evocación estremece profundamente. Una luz ilumina a Gladiola Orozco, parada justo detrás de quien fuera su compañero, su colega, su amigo, su vida. Los decanos de la danza han vuelto al hogar que las instituciones culturales les arrebataron.

La coreógrafa y bailarina comienza a caminar lentamente hacia el público que la aclama, que la ovaciona con el llanto contenido y la piel erizada. “¡Bravo, Gladiola, Bravo!”. El video con la imagen del maestro se desvanece, la pantalla se retira y aparece en el escenario Maurice Dejean, brazo derecho de la pareja y de la compañía, para acompañar a Orozco al centro del escenario. Un abrazo entre los dos con una gratitud y amor que alcanza a todos.

Juan Villoro escribió que la cultura no conoce castigo más dañino que el olvido. Y es verdad, pero Gladiola Orozco está ahí, sola, como un roble que se ha consagrado a la memoria, por eso esta noche ha convocado al público, a la comunidad dancística, para presentar el libro “Memoria”, que reúne la historia del BTE desde 1966 cuando nació llamándose primero Ballet Independiente, hasta 2009, cuando el INBA decidió retirar el apoyo y ante la imposibilidad de continuar, la pareja bajó el telón.

El Palacio de Bellas Artes de pie, reconoce su trabajo por la danza, por la nación, a lo largo de más de 40 años. La maestra Orozco sonríe, luminosa. Sobre sus hombros están los recuerdos de tanta gente, de tantos bailarines y coreógrafos que construyeron a su lado la patria del Ballet Teatro del Espacio. El apoteosis de un momento celebratorio, nostálgico, y, en lo profundo, amargo porque todos los que están ahí presentes, de algún modo, están en deuda.

Así lo reconoce Miguel Mancillas, previo a la aparición de Orozco en el escenario: “La existencia misma del Ballet Teatro del Espacio, este libro lo corrobora, justificó que existieran instituciones de cultura y, paradójicamente, se cerró por una razón no artística, sino por argumentos burocráticos y administrativos, perdimos así ese maravilloso espacio que dio vida a tanta gente. En aquél entonces se lo dije al maestro: mi generación debió respaldar el esfuerzo de quienes nos dieron el presente. Los años seguirán pasando, es evidente que si no aprendemos de esto, el futuro será temible, mi deuda está en combatir el olvido”.

La noche es un viaje por emociones desde el principio de la presentación que inicia con la proyección de un conmovedor video con la historia de la compañía. Luego, el cuarteto Aurora interpreta un fragmento de la música de Schubert, utilizada para la coreografía “Ana Frank”, una de las más emblemáticas de Orozco.

De pronto, Solange Lebourges, una de las bailarines fundamentales del BTE, aparece en el escenario. Su presencia merece la primera ovación de la noche. Con voz quebrada recuerda su primer encuentro con la compañía y cómo, ante el asombro, decidió ser parte del proyecto artístico que habían creado Orozco y Descombey. A los testimonios se suman los de Beatriz Madrid y Marco Antonio Silva.

El cuarteto Aurora interpreta música de Purcell, acompañado de la mezzosoprano Belem Rodríguez, para que los bailarines Carlos Zamora y Edylin Zatarain interpreten un fragmento de la obra “La ópera descuartizada”, una de las obras maestras de Descombey.

A la conmemoración se une el saxofón de Dan Zlotnik, para tocar fragmentos utilizados para la obra “Silencio” de Descombey, cuya intérprete más memorable fue Solange Lebourges, quien construyó para la historia de la danza un mítico personaje femenino, destrozado por el desamor y la soledad.

La presentación continua con otro entrañable momento que deberá ser guardado en nicho de tercipelo en la historia del Palacio de Bellas Artes: Carlos Zamora bailando la que podría ser la última interpretación de “La muerte del cisne”, una de las obras más hermosas de Michel Descombey, creada para el bailarín Antonio Torres, presente en el recinto.

La directora del INBA, María Cristina García Cepeda; Jorge Alberto Lozoya y Salvador Vázquez, se unen a Gladiola Orozco en el escenario, para ofrecer un breve discurso cada uno.

Un último video sobre el legado artístico del BTE, con la música de “Bolero” de Maurice Ravel, utilizada por Descombey para “Pavana para un amor muerto”, es el punto final de la presentación.

Gladiola Orozco no dirige unas palabras. No hace falta. Se pone al centro y aplaude a quienes han ido a decirle: Gracias. Gracias por la entereza, por el pasado, por el presente, por el futuro en el que seguirá viva la contribución del BTE a la danza nacional, a la cultura de un país que no debe olvidar que un día existió un proyecto artístico que iluminó el mundo.