Y mientras en lo más alto del cielo Xime gemía odios comandando un avión de Interjet, abajo, en el suelo, el pueblo mexicano vivía una de las experiencias más emocionantes en su historia. Gritos independentistas ha habido muchos, México a lo largo de su historia ha tenido un sinfín de mandatarios que, en su gran mayoría, han pasado como esos artistas de una sola canción de éxito. Podríamos citar algunos pero eso restaría espacio a esto que amerita más atención que sexenios y sexenios desérticos. Hoy me atrevería a decir que el último gran héroe nacional que ha tenido tierra azteca, sin duda alguna fue el general Lázaro Cárdenas. Su férrea actitud heredada por sus años como militar le convirtieron en un mandatario de decisión. Después de él, los blasones fueron manchados por una incontrolable corrupción que en definitiva nos hundió en un espeso pantano del que por décadas nos ha costado trabajo salir.
La noche del 15 de septiembre miles de mexicanos vieron en el rostro del actual mandatario mexicano, el mismísimo rostro del sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla. ¡Viva México!Vociferó luego de dar de vítores a diversos héroes nacionales. ¡Viva México!, gritó por segunda vez… pero luego la tercera, expresada así con un ¡¡Viivaaa Méeexicooo!! Impetuoso y golpeando la base del asta contra el piso, hizo llorar a más de uno.Él mismo y la exactitud de una cámara evidenciaron a un Andrés Manuel López Obrador evidentemente conmovido. La gente daba gritos lanzando al aire frases de apoyo como ¡Sí se pudo! ¡No estás solo!Entre otras.
El evento multicolor que llenó las cientos de plazas y plazoletas de la república mexicana y en particular el de la Ciudad de México este pasado 15 de septiembre por la noche, va mucho más allá que un evento que denote una costumbre anual para celebrar la gesta independentista de 1810. Era la cita con la democracia, la cita con nosotros mismos y ese sentimiento de libertad que nos embarga cuando llega esta fecha. La amargura del que no acepta la democracia emergida de un voto unánime expresaría un mundo de negatividades. Todo gobierno tiene sus detractores, cosa que no es del todo malo. Siempre es necesaria una oposición en todas las cosas. De no haberla se viviría en una absurda rutina que jamás son llevaría al progreso. Los desafíos indudablemente tienden a fortalecer la entereza de una persona y la unión de los ciudadanos de un país. Los mexicanos somos mundialmente reconocidos por nuestra solidaridad… por eso, cuando Ximena García, operadora de Interjet externó su deseo interno de desaparecer a cuanto mexicano estuviera celebrando el grito independentista en el zócalo de la Ciudad de México, muchos se sorprendieron de que una mujer con tan alta importancia en esa aerolínea, deseara eso.
Diego Fernández de Cevallos, crítico acérrimo del gobierno morenista, tuvo a bien expresar en un programa televisivo que había quedado muy satisfecho del evento verificado la noche del 15. Lo cierto es que existen cosas de las que nos es imposible renegar, contradecir o refutar cuando la realidad sobrepasa la expectativa.
Seguramente usted que ahora lee o yo que ahora escribo,esté pasando por una época en la que bien le haría falta un tercer grito, un grito de un ¡Ya basta! en nuestra vida. Sí, un grito exigiendo justicia, un cambio, un algo distinto, ya no sólo para nosotros, también para quien nos rodea.
Ciertamente los cambios muchas veces son lentos. Se requiere de una paciencia de sabio y el estoicismo de un lama. Llegar a un punto de Tercer grito es porque se ha andado una senda tan escabrosa en la que la cobardía nos mantenía aferrados a la mediocridad. Dar de golpes contra el suelo con el asta de la bandera expresó mucho más que una emoción de momento. Los que en ese momento se encontraban en la plancha del Zócalo difícilmente pudieron advertir en el rostro del presidente la dicha del presidente, pero nosotros, que en ese momento lo veíamos en vivo, pudimos ver a la perfección ese deseo de seguir adelante con una transformación que no sólo era nacional, también individual.
Son estos tiempos de cambio y reconciliación. No combatamos con quienes neciamente ven en esta etapa nacional un apocalípsis. Evitemos la confrontación buscando los abrazos y no los balazos. Son tiempos de evolución, de un renacimiento personal y patriótico. Vivir a la defensiva y siempre listos a dar la bofetada sólo nos llevará a seguir inmersos en un pantano tercermundista.
Hoy Ximena padece los horrores de la crítica en redes sociales por sus aventurados comentarios. Ser de actitud sediciosa y terrorista sólo lleva a un sitio, al desprecio, al desecho, a ser indeseado y finalmente y a causa del rechazo colectivo, morir en el olvido cuando se pudo haber tenido un mejor tiempo Adieu.