La paleta de Ibrahim Hamadtou está apoyada sobre la mesa. Su mango de madera, cubierto con cinta aisladora negra, sobresale de los límites de la cancha cuatro de Riocentro, una de las sedes de los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro. En breve, el egipcio inclinará su torso y agarrará la paleta con su boca. En simultáneo, el público se acomoda en la tribuna. Todos ellos quieren un lugar estratégico para ver y sacarle una foto a Hamadtou, el único tenismesista paralímpico que juega sin utilizar las manos.
A los diez años Hamadtou estaba esperando el tren en una estación en Dumyat, ciudad de la cual es oriundo. El andén estaba repleto. La locomotora se acercaba y Hamadtou, distraído, aguardaba en el borde. Los pasajeros se agolparon y alguien lo empujó a las vías, al parecer, sin intención. El africano, quien por ese entonces tenía diez años, quedó acorralado entre el ferrocarril y la pared de la plataforma.
Hamadtou estuvo deprimido tres años por haber perdido sus dos brazos en aquel accidente. Sin embargo, el deporte cambió su vida. Según cuenta el atleta, su relación con el tenis de mesa empezó como un desafío personal. “Después del accidente estuve mucho tiempo sin hacer nada. No era feliz. Un amigo me llevó a un pequeño club, donde había una cancha de tenis de mesa. Allí, una persona me dijo que no iba a poder jugar”, le cuenta Hamadtou.
Desde ese momento, su fuente de inspiración fue demostrarse a sí mismo que podía hacerlo. Para eso comenzó a desarrollar su propia técnica. Primero intentó jugar con la paleta debajo de su axila, pero no pudo. Luego descubrió la posibilidad de golpear la pelotita utilizando su boca.
Pero, ¿cómo lo hace? Toma el mango de la paleta con sus dientes y sus labios, la acomoda con su muñón derecho -que llega hasta la altura de sus hombros- y le pega lo más fuerte que puede. No obstante, la mayor dificultad sucede cuando tiene que sacar. Allí, Hamadtou exhibe su ductilidad con los pies y, sobre todo, su ingenio para encontrar siempre una solución a los problemas.
Para realizar el servicio debe jugar sin su zapatilla derecha. De esta manera toma la pelota con sus dedos del pie y la lanza hacia arriba para impactarla con un certero y veloz movimiento de cuello. Además, la movilidad de piernas y los reflejos son aspectos claves para poder llevar adelante esta singular manera de competir.
A los 43 años de edad, el egipcio cumplió el sueño que venía persiguiendo desde hace tres décadas: jugar unos Juegos Paralímpicos. Lo hizo en la categoría TT6, una de las cinco clasificaciones que incluye a atletas que compiten parados. Lo más destacado es que Hamadtou no fue invitado por la organización del evento, sino que ganó su plaza. En 2015 viajó a Marruecos y culminó segundo en el torneo africano clasificatorio para Río de Janeiro 2016.
“Estoy muy honrada de tenerlo en mi equipo. Es una persona con grandes valores, tiene buena voluntad y en la vida es muy optimista”, comentaba Hayat Khattab, Presidenta del Comité Paralímpico Egipcio. “Al principio solo era un show, pero después vimos que esta persona realmente podía clasificarse a Río de Janeiro”, remarcaba Khattab, ex jugadora de vóley sentado.
En tierras brasileñas, Hamadtou fue eliminado el viernes en la prueba individual, luego de caer con el alemán Thomas Rau; mientras que en la competición por equipos debutará a partir del 14 de septiembre. “Estoy feliz de estar aquí. Mi objetivo es recorrer el mundo con la paleta en mi boca y dejarle un mensaje a todos”, dice este hombre que come, atiende el celular, pinta y hasta escribe letreros con sus pies y su boca. Por último, su ilusión no termina ahí, el objetivo es clasificar a los próximos Juegos Paralímpicos en Tokio 2020. Optimismo y perseverancia le sobran.
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