MONTERREY.- El gol en una final es liberador, rompe cadenas emocionales; el cuerpo es sometido a un nerviosismo extremo por el miedo de fallar, sobre todo si un tricampeonato está en juego. Condición no apta para cualquiera, sólo para quien es digno del América, refiere nostálgico Eduarco Bacas.
El exmediocampista argentino tiene presente la construcción de la épica americanista de tres títulos al hilo: contra Chivas en la temporada 1983-84, Pumas en la 1984-85 y Tampico Madero en el PRODE 1985.
“Tras la final contra Pumas nos fuimos de vacaciones. Pero al regresar el equipo estaba mermado, habían cinco compañeros con la Selección Mexicana, preparándose para el Mundial 1986. El Zurdo (Miguel Ángel) López le dio oportunidad a jóvenes en el primer equipo, nos costó mucho calificar. Pero costó más ganar el título, porque perdimos en Tampico la ida (4-1), era una losa enorme en la espalda, pero tuvimos la capacidad para revertirlo en el Azteca”.
Brindó el Tricampeonato
En la vuelta, Ricardo Peláez abrió el marcador (54’), Bacas le siguió con un penalti (57’) , mientras que Ramón Ireta empató el global (80’).
Pero en los tiempos extras fue cuando Bacas encontró la liberación de incontables sensaciones. En sus pies pasaba la responsabilidad de otro penalti (120’), el decisivo.
“Sentí la responsabilidad, yo venía tirando los penales tras la salida del Ruso Brailovsky. Estuvo cargado de emoción y nerviosismo, siempre tiré al mismo lado, no iba a cambiarlo y no sabía si Pilar Reyes (meta del Tampico) me había estudiado”, describe emocionado. “Lo tiré con fuerza a su palo derecho. Qué nervios saber que no podía fallar”, evoca El Tucumano con un evidente anhelo de ver esta noche al América ganar la misma inmortalidad. “De los días más felices, porque recién había nacido mi hijo menor. El América está acostumbrado a este tipo de retos”.
Por Christian mendoza
El cetro del Apertura 2024 se lo disputan dos técnicos sudamericanos que tienen una peculiar condición. En su primer torneo con América y Monterrey, respectivamente, no sólo gustaron, llegaron a una final.
El brasileño André Jardine, con la experiencia previa de dirigir al Atlético de San Luis por año y medio, rescató al americanismo tras el andar de entrenadores como Santiago Solari y Fernando Ortiz que se quedaron en el ‘ya merito’.
Jardine es ya un histórico en aras de un posible tricampeonato, superando en cantidad los trofeos de Jorge Vieira y Raúl Cárdenas. Como americanista ha logrado dos títulos de liga (Apertura 2023 y Clausura 2024), un Campeón de Campeones (2024), una Supercopa de la Liga MX (2024) y una Campeones Cup (2024), aunque claro, los otros lo hicieron en torneos largos
Al argentino Martín Demichelis la experiencia en el futbol mexicano no le juega a su favor. Sin embargo, cerrar la serie en casa será de gran ayuda al considerar que los Rayados de Monterrey solamente perdieron dos veces en fase regular (una con el Tano Ortiz en la segunda jornada y otra con él en la sexta).
El tablero está puesto hoy para definir al campeón; ventaja de 2-1 del América, pero la mínima ante unos expertos en remontadas como lo ha demostrado el Monterrey.
El amor de Layún por el América fue correspondido, pero Rayados entró también directo en su corazón.
Por Sebastián Díaz de León
Durante mucho tiempo, Miguel Layún fue señalado y fastidiado por la afición, pero trabajó siempre por dejarle títulos al América, al final logró poner tres en las vitrinas y por fin su amor fue correspondido.
Pero en Rayados también dejó ganancia. En su regreso en 2019 de la aventura europea que duró cinco años, y por priorizar a su familia, el Monterrey fue quien le abrió las puertas y los compensó con dos títulos de Concacaf, uno de ellos ganado precisamente a las Águilas.
“No regresé al América porque nunca tuve una oferta. Incluso hay gente que piensa que volví al Monterrey por dinero y no fue así. Regresé porque mi familia necesitaba estar en México”, señaló a Excélsior.
Así como quiere al América, guarda un cariño por el Monterrey, equipo que lo repatrió al colmarlo de comodidades cuando necesitó una mano.
“Es una institución en la que viví cosas importantes, no sólo profesionalmente sino también de forma familiar. Tuve la fortuna de ser cuatro veces campeón con el Monterrety en dos años y medio”.
Pero uno siempre vuelve a los lugares a donde fue feliz. El tiempo acomodó todo y Miguel Layún se reencontró con el América en 2021 aunque no en las mejores condiciones. Tuvo que reducirse el sueldo al 50 por ciento, pero al final cumplió el ciclo de un último campeonato con el club de sus amores en 2023.
“Tenía la ilusión y cuando salió la posibilidad dependía del presupuesto, les dije que eso nunca sería un tema conmigo. El último año que renovamos, volví a ceder el 50 por ciento de mi nómina, con tal de ser campeones. Ese último torneo fue la cereza del pastel de mi carrera”.
Estuvo en aquella final de 2019 por la liga que los Rayados le ganaron al América y recuerda haberla disputado con mucha intensidad.
“Mi amor por el América va más allá de haber jugado una final en su contra. Eso se demuestra con actos y no con palabras”.
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