SIRIA.- Millones de sirios no solo necesitan alimentos con urgencia, sino que además sus vidas corren peligro, porque carecen de medicamentos y, a menudo, tampoco tienen agua potable. No es nada raro que mueran de enfermedades e infecciones que, en otros muchos países, son fáciles de tratar.
Mujeres, niños, ancianos y discapacitados, los más perjudicados
Para organizaciones como las Naciones Unidas, salvar vidas en Siria es una tarea titánica. Los afectados luchan por sobrevivir, dice Marc Cutts, de la Oficina de Ayuda de Emergencia de la ONU para Siria: “A menudo son sobre todo mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidades los que más sufren. No contamos con el dinero suficiente para ofrecerles todo lo que necesitan”.
Las organizaciones humanitarias deben ayudar a los sirios que encontraron un techo en los centros de refugiados en los países vecinos, pero también a personas desamparadas dentro del propio país, como Habes al Mahmoud, quien vive con su esposa y cinco hijos en un campo de refugiados en la provincia de Homs, en una zona controlada por el Gobierno. Las organizaciones suministran alimentos, pero es una realidad que no hay suficientes para todos. “Si no me levanto a las 4 de la mañana, no conseguiré nada, y entonces no tendremos nada que comer durantes todo el día”, lamenta Al Mahmoud.
Situación extrema en centros de refugiados
Su tienda de campaña familiar está desgarrada y llena de agujeros. No protege ni del viento ni de la lluvia. “Cuando llueve dentro de la tienda, colocamos ollas y sartenes y cuando están llenas, vertemos lo recolectado afuera. Pasamos noches enteras así”, se queja el padre de familia.
Sin embargo, está feliz de poder vivir aquí. Habes al Mahmoud cuenta que su último alojamiento en un campamento en la frontera con Jordania era aún peor: “No teníamos agua potable allí. Tuvimos que beber agua de lluvia de un pozo. En verano pude ver los gusanos flotando”.
Alimentos, precios exorbitantes
El 80 por ciento de todas las personas que residen en Siria vive por debajo del umbral de la pobreza. La mitad no tiene suficiente para comer. La gente dice que tiene que hacer cola durante cuatro, cinco horas o más para comprar pan. Un kilo de carne cuesta ahora el salario de un mes o más, lo que la hace inasequible para la mayoría de los habitantes del país. Algunos comestibles cuestan treinta veces más de lo que la gente pagaba hace diez años.
Las organizaciones humanitarias y Naciones Unidas no solo carecen de medios económicos para todos los suministros de ayuda que se necesitan con urgencia, sino que además tienen que arreglárselas para hacer llegar la mercancía a las personas necesitadas. Los centros de refugiados en los países vecinos son de fácil acceso, pero en Siria la situación es diferente. Algunas de las partes en conflicto, sobre todo el régimen de Bashar Al Assad, dificultan el acceso y, por lo tanto, la ayuda, a personas desamparadas. Por ejemplo, solo hay un cruce fronterizo a través del que se puede llevar a cabo la entrega de ayuda humanitaria sin ser controlada por el régimen.
(DW)
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