Dice Edward Abbey que la naturaleza no es en modo alguno un lujo, sino una clara necesidad del espíritu humano. Es tan vital como el agua o el buen pan. Nada más cierto cuando cada día que pasa, el estado natural en el que nos desenvolvemos se reduce más y más. El ser humano siempre se ha dedicado a expandir sus propiedades robándole espacios al mundo animal y vegetal. Su codicia ha desembocado justamente a lo que hoy somos, una humanidad lo bastante estúpida en el sentido de soñar con ser feliz sin oxígeno, sin alimentos, sin la dicha que da el contacto y armonía con la biósfera. Es así que, el término “Estúpido” no está nada lejano de la realidad y ofendernos por recibirlo duplicaría aún más nuestra estupidez.
Pareciera algo risible, pero es tan sencillo como cuando optas eliminar el jardín de tu casa porque te molesta estar contratando aun jardinero para su poda o, por otro lado, tener que quitarte de tus actividades para hacerlo tú mismo. Un jardín en casa siempre será una gran oportunidad para acercarse a la divinidad por medio de ella. No hay nada más placentero en una tarde de verano que estar reposando en una hamaca bajo la fresca sombra de un ampuloso árbol de benigna sombra. Nada como estar en familia a la orilla del río degustando de un buen pescado y el siguiente chapoteo para terminar el día.
Alejarse de la naturaleza, prescindir de ella o creerla molesta, es ponerse de frente a la muerte renegando de las caricias de la vida. Se leerá muy dogmático, pero la realidad es que respirar el aire fresco de la mañana o la suave ventisca de un atardecer es algo invaluable.
Por muchos años han existido activistas que han dado hasta la vida en el afán de proteger muy a su manera su entorno natural. Muchos de ellos, muy especialmente en México, han sido asesinados por sus intensas luchas contra la tala de árboles.Lo cierto es que es una viva lucha contra el mismo gobierno que solapa la devastación de extensas regiones verdes con el fin de crear emporios turísticos. A últimas fechas la corrupción y la delincuencia ha permitido que líderes huicholes que por décadas han defendido sitios que les son por santuarios, hayan sido exterminados. Existen reservas Kikapú, mascogos, seris, huicholes y Tarahumaras que han vivido en la pesadilla de ser invadidos y despojados.
El egoísmo del hombre no tiene límites y por ello, y nada más por ello, Greta Thunberg simplemente se hartó. Sí, esa jovencita sueca de tan sólo 16 años se fastidió en nombre de todos aquellos que, como ella, por años hemos vivido mirando con impotencia cómo minuto a minuto nuestro hábitat natural se consume a causa de la codicia y vanidad de unos cuantos. Ver su expresión entre molesta y desesperada en esa reunión en la ONU y frente a grandes líderes del orbe, no fue otra cosa que un jalón de orejas a la apatía mundial.
Su potente discurso y su manera de desafiar a los presentes tenía tanta lógica, que lo breve del mensaje perdió importancia ante la daga que se injertó crudamente en la conciencia de todos. Entre otras cosas expuso a las claras que nadie sino ellos (los lideres globales) les estaban fallando a la generación naciente, a la generación que terminaría por heredar un planeta inservible, un planeta recubierto de desechos. Y claro, si lo pensamos bien, ellos ¿qué cosecharán? ¿qué siega recibirán si la tierra que estamos dejando está enteramente contaminada por residuos radioactivos o desechos empresariales? Suena lo bastante lógico y lo bastante justo que un grupo de jóvenes, entre ellos Greta, hayan aprovechado el momento para un ¡Ya basta!
Toda buena obra siempre tendrá sus detractores, eso es innegable. Son muchos los que se han empezado a decir que esta chica de sentimientos y deseos de empoderamiento en bien de su planeta, ha sido creación de ciertas organizaciones que sólo buscan un bien personal. Han empezado a manchar el claro propósito de una jovencita que ha empezado a invitar a todos los jóvenes a tomar los viernes para realizar acciones que tengan que ver con el meter en conciencia a “los mayores”
Y es que qué fácil es actuar como si no nos diéramos cuenta. Qué sencillo es soslayar nuestra entera responsabilidad de darle mantenimiento, o ya mínimo evitar dañar este vital espacio que se nos ha proporcionado para vivir en él. Greta Thunberg simplemente somos todos. Adoptemos el ritmo de la naturaleza, respetemos su curso, es bien claro que su secreto es la paciencia.
Concluyo diciendo, como decía el gran Mahatma Gandhi, olvidar cómo excavar la tierra y cuidar el suelo, es lo mismo que olvidarnos de nosotros mismos. Adieu.
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