El cerebro es el órgano que se enamora y no el corazón, ya que “nos enamoramos con 29 áreas cerebrales que dependen de 10 sustancias neuroquímicas”, afirmó Eduardo Calixto González, investigador del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”.
En su conferencia “El proceso de enamoramiento y el amor en el cerebro: La neurobiología del amor” ofrecida en la Sala de Consejo Académico de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), el doctor diferenció entre enamoramiento y amor: El primero ocurre a nivel biológico y el segundo implica un proceso más complicado.
Destacó que este año se cumplen 15 años de que iniciaron los estudios en neurociencias sobre las emociones consideradas positivas, entre ellas el amor.
Durante el proceso de enamoramiento se produce dopamina, adrenalina y endorfina, sustancias que activan las áreas cerebrales relacionadas con el placer, la recompensa y la adicción, indicó.
En el amor, en cambio, el cerebro se vuelve más receptivo, ya que genera oxitocina, vinculada al apego; vasopresina, que incrementa la preferencia por la pareja, y serotonina, un proceso ubicado en la corteza prefrontal, éstas combinadas con dopamina dan paso a una fase más tolerante de la relación amorosa, resaltó.
“Estamos destinados a enamorarnos siete veces en la vida, pues biológicamente no somos una especie monógama y tenemos un cerebro preparado para amar a dos o tres personas al mismo tiempo”, subrayó Calixto González.
Explicó que los varones son más propensos a tener más parejas, debido a sus niveles de testosterona.
Los contrastes entre hombres y mujeres se manifiestan en las 25,000 a 32,000 palabras que ellas expresan al día frente a la 15 mil de ellos. “La mujer tiene un mejor cerebro que el hombre, aunque es complementario al de él. Si trabajan en asociación las relaciones personales pueden funcionar muy bien”, matizó.
Cuando hay separación o ruptura, la tristeza en el cerebro conecta más y tiene mayor metabolismo en estructuras corticales; mientras que cuando se experimenta ansiedad por tristeza incrementa la frecuencia respiratoria al activarse la amígdala cerebral izquierda, motivo por el que el proceso de llanto se acompaña de cambios en el ritmo respiratorio.
Asimismo, Calixto González recomendó mantener una buena salud mental, puesto que con “100,000 millones de neuronas, después de los 35 años mueren entre 5,000 y 15,000 de ellas todos los días, un dato que aumenta cuando el individuo duerme mal, se desvela y/o consume alcohol, pues la cifra aumenta a 90,000 neuronas menos cada día”, informa en un comunicado la UAM.
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