El compositor estrella Piotr Chaikovski asistió personalmente a la inauguración y durante cinco noches dirigió al coro y a la orquesta en la interpretación de algunas de sus obras. Los carruajes tirados por caballos hacían fila para la premier aquel 5 de mayo de hace exactamente 125 años, a lo largo de la 57th Street y la 7th Avenue. Las entradas costaban como máximo un dólar en la platea y 25 centavos en los palcos.
En primera fila estaba el invitado de honor Andrew Carnegie, el magnate del acero, que donó alrededor de un millón de dólares para la construcción de la sala de conciertos con 2 mil 804 butacas. “Music Hall founded by Andrew Carnegie” (Sala de conciertos fundada por Andrew Carnegie) sigue siendo hasta hoy el título oficial sobre la marquesina, pero a nivel mundial este templo del sonido den Manhattan es conocido simplemente bajo el nombre de Carnegie Hall.
“Aprobó el test”, sentenció el diario “The New York Times” tras el concierto de apertura en 1891, como se puede leer en el pequeño museo de la sala de conciertos. Y el mismo Carnegie predijo un destino glorioso para su obra: “Es probable que esta sala se relacione con la historia de nuestro país”.
Y tuvo razón: 125 años después de su inauguración, el Carnegie Hall es considerado uno de los templos de la música más significativos y con mejor acústica del mundo. Para el aniversario, la sala ofrecerá una gran gala para la cual encargó 125 obras musicales nuevas a compositores de todo el mundo.
Pero Carnegie dejó claro desde el principio que la sala no sólo ofrecería música. Entre otros, ofrecieron allí conferencias Albert Einstein, Winston Churchill y Mark Twain.
Junto a estrellas clásicas como Leonard Bernstein, Maria Callas, Enrico Caruso, Vladimir Horowitz, Gustav Mahler, Serguei Rajmaninov y Arthur Rubinstein, también se subieron al escenario astros de otros géneros.
Entre ellos Duke Ellington, Ray Charles, Judy Garland, Harry Belafonte, Bob Dylan, Ike & Tina Turner, Nina Simone, Shirley Bassey, Edith Piaf, Pete Seeger, Led Zeppelin y los Beach Boys. Liza Minnelli ostenta un récord con 17 conciertos seguidos. Y el show de Benny Goodman se agotó tan rápido que tuvo que comprar entradas para su familia en el mercado negro.
También los Beatles estuvieron allí, aunque en el programa Paul McCartney fue anunciado erróneamente como John McCartney. En realidad, el concierto de entonces iba a ser grabado para su posterior publicación, relataron Arthur y Evelyn, que realizan visitas guiadas por la sala de conciertos varias veces por semana. “Pero el sonido era demasiado fuerte. Las chicas gritaban con toda su alma”.
La idea del Carnegie Hall fue del director de origen alemán Walter Damrosch (1862-1950). En un viaje en barco por el Atlántico se encontró con el magnate del acero Carnegie (1835-1919), que estaba de luna de miel rumbo a su natal Escocia y lo convenció para construir la sala de conciertos. Dado que Carnegie tenía amistad con el inventor Thomas Edison, la obra fue una de las primeras con luz eléctrica en la ciudad. También tenía un sistema de climatización, con hielo debajo del escenario y ventiladores.
Sin embargo, los alrededores del Carnegie Hall estaban abandonados y se consideraban una zona poco interesante, aun cuando ya llevaba terminado hacía unos años el Central Park, ubicado más al norte. Pero poco a poco fueron surgiendo otras obras alrededor del templo de la música. En los años 50, la sala estuvo a punto de ser demolida. Pero entonces la ciudad compró el edificio, que hasta hoy lo alquila a sus administradores, por un dólar al año.
En las décadas posteriores la sala llegó a atravesar problemas financieros tan graves, que algunas partes del edificio fueron remodeladas para ser convertidas en tiendas y viviendas. El astro de Hollywood Marlon Brando vivió allí. Hoy en día la 57th Street es conocida como “la calle de los millonarios” y alrededor del Carnegie Hall se levantaron los rascacielos de la ciudad.
Casi todos los estadounidenses conocen la sala. Y muchos de ellos saben contar el popular chiste: “¿Cómo llego al Carnegie Hall?”, preguntó una vez un peatón a la violinista Jascha Heifetz en Manhattan. Y su respuesta fue: “Practicando”.