CARTAGENA DE INDIAS, Colombia.- El general retirado Óscar Naranjo, ex director de la Policía de Colombia y uno de los negociadores del acuerdo de paz, pronosticó que la pacificación colombiana tendrá una “afectación directa” sobre los cárteles mexicanos del narcotráfico, porque habrá una progresiva reducción de los cultivos de coca.
De 59 años, el primer policía en llegar al rango de general de cuatro soles, Naranjo fue asesor de seguridad del presidente de México, Enrique Peña Nieto, de diciembre de 2012 a enero de 2014, cuando dimitió para unirse a la negociación de la paz para Colombia que empezó en noviembre de 2012 en Cuba y concluyó con éxito en agosto pasado.
Naranjo integró la comitiva gubernamental que negoció el pacto con las guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que será sometido a plebiscito el próximo domingo, para que el pueblo colombiano decida si lo acepta o lo rechaza. Si es ratificado, los guerrilleros iniciarán su desmovilización y desarme para su reinserción social, pero también romperán todo nexo con el narcotráfico. Las FARC niegan tener lazos con los traficantes de drogas.
¿Cómo repercutirá el acuerdo en los cárteles del narcotráfico en México, que se suplen de drogas producidas en Colombia?
—El acuerdo que pone fin al conflicto con las FARC en Colombia trae una solución estructural en relación con el narcotráfico.
Las FARC asumen el compromiso, después de haberse financiado del narcotráfico, a romper cualquier vínculo que tengan o hayan tenido con los criminales. Un país como Colombia, donde las zonas de producción de cultivos ilícitos, especialmente de coca, son el epicentro también de la guerra que dimos contra las FARC, ya esas zonas, sin confrontación armada, permitirán que el Estado, de manera integral y permanente, llegue para sustituir esos cultivos ilícitos por cultivos legales.
En el pasado, esa tarea se limitó a la erradicación forzosa por vía de aspersión o manual. Pero como el Estado no se quedaba allí, esos cultivos volvían a resembrarse. Hoy existe la posibilidad de acabar con esos cultivos con programas de sustitución. Así está en el acuerdo, que es consciente de que poner fin al conflicto en Colombia tampoco significa, de manera automática y mágica, acabar con otros problemas del crimen organizado.
¿Qué implica esto para América Latina?
—La buena señal para América Latina es que la capacidad institucional colombiana, en términos militares y policiales, que durante años ha estado enfrentando a las FARC, quedará liberada para focalizarse sobre los temas más puntuales que tienen que ver con narcotráfico y con economías criminales.
¿Una menor producción de coca en Colombia golpeará a los cárteles mexicanos?
—La verdad es que uno esperaría que Colombia transite rápidamente, tampoco de la noche a la mañana, a ser un proveedor muy reducido (de cocaína). Quisiéramos que no saliera de aquí ni un solo kilo de cocaína. Será un proceso gradual pero, en todo caso, se romperá la tendencia histórica de que esos cultivos se han mantenido oscilando entre 49 mil y 130 mil hectáreas.
¿Esa ruptura impactará a las narcomafias mexicanas?
—Sí. Por esa razón este acuerdo significa también que los lazos de cooperación para cerrarle espacios al delito en el hemisferio tienen que multiplicarse. Eso lo que significa es que, reducida la oferta colombiana de drogas hay que llenar los vacíos de otros países amigos para que no vaya a haber rebrotes en la siembra o arbustos de coca. Pero realmente la afectación es directa particularmente a los cárteles mexicanos.