CIUDAD DE MÉXICO.- El espacio y la posibilidad de vida extraterrestre siempre han atraído la atención de los seres humanos. Que entidades como la NASA reconozcan la existencia de objetos voladores no identificados (OVNI) y esté investigando el tema da cuenta del interés.
El científico y profesor de Harvard Avi Loeb, es uno de los interesados en la materia, y en su libro Diario interestelar relata la búsqueda del IM1, el primer objeto interestelar conocido en la superficie terrestre, el cual podría llegar a ser un fragmento de una nave extraterrestre.
De acuerdo con sus escritos, su objetivo principal es encontrar los diminutos fragmentos de este objeto en el Océano Pacífico y analizar su composición.
Se trata de pedacitos debido a que cuando el objeto IM1 entró en la atmosfera, empezó a descomponerse. “La bola de fuego fue detectada por el gobierno estadounidense el 8 de enero de 2014. Los datos indicaron que este meteoro iba a una velocidad superior a la necesaria para escapar del sistema solar”, escribió Loeb.
Explicó que su origen interestelar fue reconocido formalmente con 99.9% de certidumbre en una carta oficial a la NASA fechada el 1 de marzo de 2022. Es allí cuando esta gran historia comienza.
El día que lo cambió todo
Ocho días después de que comenzó la expedición, puntualmente el 19 de junio de 2023, un descubrimiento llamó la atención del científico y su equipo. Días antes habían encontrado un alambre de manganeso con un patrón distinto a los productos comerciales actuales.
Después de varias horas de trabajo y búsqueda en medio de las turbulentas aguas del océano, encontraron una colección de trozos de hierro corroído, el cual, después de un arduo análisis, resultó ser realmente acero resistente al choque.
Según Loeb, “la forma de los fragmentos recuperados es casi plana, como si fueran capas superficiales desprendidas de un objeto tecnológico que experimentó una tensión material extrema”.
Esto es muy importante, pues de acuerdo con el científico, los meteoritos de hierro se rompen en pequeños trozos que se funden por la bola de fuego y se recuperan en como fragmentos casi esféricos.
Esto, sumado a que había una falta de isótopos radioactivos, podría “inferir un origen extraterrestre de estos fragmentos si pasaron mucho más tiempo que la vida media de estos isótopos en el espacio interestelar”.
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