ESTADOS UNIDOS.- Las vueltas de la vida son impredecibles. Y en caso de dudar de esta afirmación, solamente basta con leer esta historia. A finales de los ’60, con 15 años, viajó rumbo a Estados Unidos con el sueño de “Hacer la América”. Y por un momento lo logró: llegó a codearse con varios de los mejores futbolistas del planeta y con celebridades de Hollywood. Sin embargo, su presente dista mucho de ese glamoroso pasado.
El protagonista es Santiago Formoso, un español -gallego, más precisamente- que se marchó rumbo a Nueva Jersey con su familia en búsqueda de una vida mejor. Su habilidad con el balón le valió conseguir una beca en la Universidad de Pennsylvania, donde estudió arte y literatura.
Tras debutar en el Connecticut Bicentennials, todo comenzó a cambiar para él. Su juego llamó la atención de los grandes equipos del país y se le presentó la oportunidad de participar en la gira de despedida de Pelé con el Cosmos.
Luego de estos encuentros el entrenador del conjunto neoyorquino durante esa época, Eddie Firmani, quiso que él continuara en el equipo, pero con una condición: que jugara de lateral izquierdo y no como extremo.
Formoso no lo dudó y aceptó sumergirse en esta aventura junto a glorias como Franz Beckenbauer, Carlos Alberto, Johan Neeskens, Giorgio Chinaglia y Johan Cruyff, aunque con él sólo llegó a compartir vestuario durante un par de encuentros de exhibición.
Como si a esta historia le faltasen condimentos, hay que mencionar que Steve Ross, además de haber sido el propietario del Cosmos, también era el director general de la Warner Bros. Este detalle le permitió al español codearse con algunas de las principales figuras del espectáculo.
En su afán por impulsar el soccer en Estados Unidos, Ross solía realizar eventos en que sus futbolistas compartían espacio con estrellas de la talla de Frank Sinatra, Al Pacino o los Rolling Stones.
Su buena performance en la liga le valió ser nacionalizado y vestir la camiseta de la Selección estadounidense en los Juegos Panamericanos del ’75 en México, y disputar la clasificación rumbo a los Juegos Olímpicos de de 1976 y el Mundial de Argentina ’78 (no logró clasificar a ninguno de los dos).
Su glamoroso paso por el Cosmos duró dos temporadas, para luego ser traspasado al Los Angeles Aztecs. Formoso continuó deambulando por distintas franquicias hasta que en 1985 decidió retirarse de la actividad profesional. Como para ponerle más colorido a esta narración, se enamoró y contrajo matrimonio con una cheerleader (porrista) que lo alentaba en cada encuentro.
Su actual ritmo de vida dista demasiado de estos recuerdos. Actualmente reside en Newark, Nueva Jersey, donde llegó a ser propietario de diversas compañías de transporte para ejecutivos y ahora se gana la vida siendo chofer en Uber. “Cuando colgué los botines algo tenía que hacer, así que empecé de taxista. Como me fascina el volante, aquí sigo”, expresó en una entrevista que recreó el diario Marca.
Su inesperado y gracioso reencuentro con Pelé:
“Hace algunos años me lo encontré en un crucero por Venecia y le fui a dar un abrazo, pero al principio no me reconoció. Le dije quién era y me contestó:’¡No puede ser! Formoso era un joven con melena y tu eres gordo y calvo’. Nos echamos a reír”, confesó en diálogo con el rotativo español.
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