Corea del Norte hace caso omiso de Trump

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COREA DEL NORTE.- Si hay un lugar del mundo donde los comentarios y los tuits sobre Corea del Norte del presidente estadounidense, Donald Trump, no parecen hacer mella es Corea del Norte. Absorto en los preparativos para conmemorar este sábado una de sus grandes efemérides —el 105º aniversario del nacimiento del fundador del régimen, Kim Il-sung— este país asegura desconocer, o hace caso omiso, de las tensiones que se ciernen en torno a la península norcoreana.

El portaaviones Carl Vinson se dirige a la región, tras haber cambiado de rumbo. El presidente chino, Xi Jinping, telefoneó ayer a Trump para recordarle que China quiere una solución pacífica a la disputa sobre el programa nuclear norcoreano. Y el propio inquilino de la Casa Blanca había declarado horas antes que enviaba “una Armada”, o que podría contar incluso con submarinos: “Tenemos submarinos. Muy potentes. Mucho más que el portaaviones”, aseguró en una entrevista con Fox Business Network.

Pero mientras Trump endurecía su retórica, en Pyongyang, centenares de ciudadanos norcoreanos ensayaban en la plaza de Kim Il-Sung, en el centro de la capital, Pyongyang, el desfile con el que conmemorarán el aniversario.

“Trump ha ido demasiado lejos esta vez. Se nota que no nos conoce a los norcoreanos. Estamos listos para todo, la guerra también”, comenta Park, una funcionaria, que se hace eco con sus palabras de la posición que el régimen de Kim Jong-un ha formulado. El régimen ha permitido la entrada a EL PAÍS, entre otros medios, con motivo de la efeméride.

La ciudad está ya engalanada para uno de los hitos de su calendario político. Celebra una sesión extraordinaria de su Asamblea Popular —el Legislativo—, para conmemorar el quinto aniversario del nombramiento de su líder Kim Jong-un como secretario general del Partido de los Trabajadores, un evento que acaparaba la cobertura de la televisión norcoreana.

Filas de banderas nacionales adornan las principales avenidas. La iluminación, aunque aún mucho menos intensa que la de una ciudad occidental, es estos días mayor que la que la capital disfrutaba en años previos. Los restaurantes, que han comenzado a proliferar al hilo de un relativo crecimiento económico, se ven concurridos y plenos de luz. De momento quedan aparcados los cortes de suministro eléctrico que, según cuentan extranjeros residentes en la capital, han ocurrido con frecuencia en los últimos meses. Quiere enviar el mensaje al mundo de que las sanciones internacionales, endurecidas desde las dos pruebas nucleares el año pasado, no le están perjudicando.

Los analistas no descartan que el régimen quiera conmemorar el aniversario del fundador con el lanzamiento de un misil, como viene ocurriendo en los últimos años, o incluso una prueba nuclear para enviar un mensaje de desafío a Estados Unidos. Y también para dejar la pelota del lado de Estados Unidos apostando a que el impredecible presidente Donald Trump no se atreverá a lo que sus predecesores consideraron impensable: un ataque preventivo contra Corea del Norte, que acarreraría el riesgo de una reapertura catastrófica del conflicto entre las dos Coreas. Una posibilidad que países como China ven con horror.

Si Pyongyang optara por hacer un alarde de poderío atómico, sería el sexto ensayo en la historia de este país. Estados Unidos, que es una potencia nuclear, exige el fin del programa de armamento norcoreano y amenaza con actuar de modo unilateral si no consigue la colaboración de China, el principal aliado de Pyongyang. Washington ve con alarma la determinación de Corea del Norte, que ya cuenta con varias bombas atómicas, de hacerse con un misil intercontinental, que podría alcanzar territorio estadounidense.

Misil intercontinental

Kim Jong-un ha amenazado con probar ese tipo de misil este mismo año. El régimen norcoreano nunca hasta ahora ha ensayado un cohete de esa categoría.

Cuentan con el arma nuclear solamente un puñado de países: Rusia, Estados Unidos, China, India, Pakistán y, quizá, Israel. Pero sí el régimen norcoreano ha mostrado dos modelos diferentes y a lo largo del último año ha dado pasos en el camino para conseguir un misil viable. El último de ellos ha sido la prueba, el mes pasado, de un motor que permitiría a un posible proyectil un vuelo de mucha mayor distancia.

Y, pese a las declaraciones amenazadoras de Trump, el régimen insiste en que no renunciará a su programa de armamento nuclear. Medidas como el envío del portaaviones Carl Vinson “vienen a demostrar que los actos temerarios de EE.UU para invadir Corea del Norte han alcanzado una fase seria”, ha afirmado su Ministerio de Asuntos Exteriores.

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