Edwin Calderón es el único cantante que se ha titulado como contratenor en 150 años de historia del Conservatorio Nacional. En abril de 2015, en una iglesia de Puebla, interpretaba un aria del Stabat Mater, de Pergolesi, y una señora “entró en crisis”, se paró de entre el público y le gritó: “¡Cantar así no es de Dios!”. La mujer no concebía que un hombre —robusto y de 1.80 de estatura— cantara tan agudo.
La tesitura de contratenor —explica Calderón— es desconocida en México, no sólo para el público, sino también para jurados de concursos, organizadores de festivales barrocos, autoridades de ópera o maestros de las dos principales academias del ramo del país, el Conservatorio y la Escuela Nacional de Música. De hecho, ésta última apenas tuvo también su primer contratenor titulado, Emmanuel Pool, y forma a otro, Rubén Berroeta, bajo la tutela de quien en los 90 fue El Contratenor de México, Héctor Sosa, hoy retirado del canto y dedicado a la cátedra, a la producción musical y a la dirección orquestal, aunque igual da clases privadas a otro joven y prometedor contratenor, el director Iván López Reynoso.
“Los concursos nacionales —y aun internacionales— ni siquiera incluyen la categoría de contratenor, así que no hay ni posibilidad de inscribirse. Los jueces no tienen miras más allá de la ópera del siglo XIX, la mayoría sólo quiere escuchar traviatas, bohémes, Verdi o Puccini”, pone de ejemplo Emmanuel Pool.
En Europa y Estados Unidos, en cambio, los contratenores tienen su boom desde los noventa —y tal vez aun antes con Alfred Deller, quien revivió a partir de los cuarenta el repertorio barroco relegado dos siglos atrás para esa tesitura—, con cantantes como los estadounidenses Bejun Metha, Lawrence Zazzo, Derek Lee Ragin, Darryl Taylor, David Daniels y Brian Asawa (fallecido el pasado 16 de abril y quien justo hace una década interpretó el rol protagónico de Ascanio in Alba, ópera de Mozart, en la Sala Nezahualcóyotl). También el alemán Andreas Scholl, el japonés Yoshikazu Mera, el argentino Franco Fagioli, el croata Max Emanuel Cenčić, el español Carlos Mena, el catalán Xabier Sabata, el griego Aris Christofellis, el canadiense Daniel Taylor, el inglés Michael Chance y el francés Philippe Jaroussky, que el 15 de mayo desbordó Bellas Artes con un recital.
En 1994, Farinelli, la película de Gérard Corbiau sobre il castrato Carlo Broschi (1705-1782), y las investigaciones y grabaciones de la mezzo romana Cecilia Bartoli que rescataron óperas barrocas, fueron un parteaguas para los contratenores, cuya cuerda ha sido mal comparada con la de i castrati.
Sosa, el único contratenor que ha ganado un concurso nacional de canto, el Carlo Morelli en 1998, y el primero en participar como solista en conciertos de la Sinfónica Nacional y otras orquestas del país, identifica los problemas que una voz como la suya enfrentó a lo largo de casi dos décadas:
“El malinchismo y el machismo fueron los problemas constantes en mi carrera, además de que muchos directores de orquesta no sabían qué hacer con una voz como la mía. Lamentablemente la gente no entiende qué significa ser contratenor. Tendríamos que partir de qué es esa tesitura, qué sucede para que un hombre que viste pantalones suene con sonido agudo, casi de mujer; el casi significa que un experto conocedor se va a dar cuenta de que hay un color rico, poco común, y va a notar que se trata de un contratenor y no de una mezzo soprano, por ejemplo”, expone el profesor de la Nacional de Música.
En América Latina apenas en 2015 se lanzaron simultáneamente dos iniciativas pioneras, que abren posibilidades de desarrollo a esta tesitura: el I Concurso de Canto Olivia Gorra, que organiza el centro cultural de la soprano mexicana, y que incluyó por primera vez una categoría específica para contratenores, en la cual se llevó el premio Emmanuel Pool. Y el Primer Certamen de Contratenores Alfred Deller, que organizaron en Cuba el maestro Leo Brouwer y su esposa Isabelle Hernández dentro de su festival Las voces humanas, donde el mexicano Rubén Berroeta ganó un tercer lugar. Ambas competencias volverán a celebrarse en otoño de este año. “Brouwer está súper interesado en la tesitura, él hizo una composición para contratenor y guitarra en su ciclo Canciones amatorias (1964), que fue parte del programa obligatorio del concurso”, dice Berroeta.
Consecuencia de su competencia, Gorra y Pool organizaron un primer recital de tres contratenores el sábado 11 de junio, en el Castillo de Chapultepec, con Pool, Calderón, Berroeta y, al piano, Rodrigo Sierra Moncayo. Al evento, auspiciado por el Centro Olivia Gorra, la Fundación Piotr Ilich Tchaikovsky y el Museo Nacional de Historia, asistieron unas 200 personas.
El recital fue la piedra de toque para impulsar un movimiento de contratenores a escala nacional, que busca rescatar óperas y música del barroco europeo y de compositores mexicanos como Salvador Moreno, Carlos Jiménez Mabarak, Manuel M. Ponce, Silvestre Revueltas, Marcela Rodríguez, Roberto Bañuelas, y populares como Consuelo Velázquez o María Grever.
“Tenemos la responsabilidad y la obligación de rescatar estas óperas, no esperar a que la Ópera de Bellas Artes las ponga. Ese nuestro compromiso con la maestra Gorra”, dice Pool, quien halló una “veta maravillosa” para su arte en la música sefardita y ofrece conciertos a la comunidad judía.
Estos tres contratenores son interdisciplinarios: Pool hace también investigación musicológica, arreglos, y acompaña al láud árabe; con la Filarmónica CDMX estrenó el Réquiem Mexicano, de Marcela Rodríguez, con la que ha colaborado en otras óperas contemporáneas y en el filme Bola Negra a partir de un cuento de Mario Bellatín. Berroeta pasó por la danza y el teatro antes de encontrar su voz, ahora anda en Valencia audicionando en el Palau de la Música… Calderón era pianista y tenor, hoy contratenor; es solista en las orquestas Concierto Barroco y La Galatea que el 15 de julio tendrá concierto en el Teatro de la Ciudad, y además participa en la compañía Teatro de Ciertos Habitantes.
Sus voces ya se han escuchado en el extranjero. Berroeta en Cuba y ahora en España; Pool ha participado en giras por Europa y Sudamérica, Calderón va con frecuencia a Austria a recitales.
“Estuve recién en Viena y allá no hay una diferencia entre ser soprano, tenor o contratenor; las posibilidades son las mismas; hay ópera barroca y contemporánea que incluye nuestra tesitura. Ahorita el boom de contratenores en Europa es alucinante, es como volver tres siglos atrás, hay un interés muy especial por la tesitura, además de mucha curiosidad por escuchar a los mexicanos”, refiere Calderón.
“De aquel lado del charco, en Europa, los cantantes mexicanos tenemos muy buena fama, nuestro timbre es muy particular, con cualidades expresivas que los europeos no tienen”, agrega Pool, quien ya llevó a Barcelona la música operística de Salvador Moreno —con la que debutó en 1966 en esa ciudad condal Plácido Domingo, como el protagonista de Severino— y las cantatas mexicanas barrocas a Italia.
Los tres reconocen su deuda con Héctor Sosa. “Hizo la labor más ardua a favor de los contratenores, es una referencia en América”, expresa Pool. “Es un emblema por el repertorio y la experiencia, es el pionero de los contratenores en México, cambió mi vida”, señala Berroeta. “Ha puesto a la Escuela Nacional de Música a vibrar en otra frecuencia; yo me titulé el año pasado en el Conservatorio y me sorprendió que fui el primer contratenor titulado en esa institución en 150 años. La tesitura de los contratenores es totalmente desconocida para los maestros, no hay uno que se anime a explorarla. Por eso Sosa es referencia para todos los contratenores”, tercia Calderón.
Héctor Sosa pasa así la estafeta a los jóvenes contratenores, pero les recomienda irse de México. Dice que en su carrera recibió “miles de promesas” de contratos, que nunca se concretaron, de directores de ópera y funcionarios culturales; entre los que nombra a los ex titulares de la Compañía Nacional de Ópera, Gerardo Kleinburg y Sergio Vela, y a Raúl Falcón.
“Gente que me prometió ganar cifras extraordinarias, poner títulos importantes para mí, estrenar óperas… Lamentablemente México es un país inculto, tercermundista. Lo que yo les sugiero es que se vayan. Mis alumnos destacados están en Europa, los mandó allá porque México no les puede ofrecer nada. Tenemos pésimas autoridades culturales y pésimos directores de ópera, no hay nada que podamos ofrecerles yo, el país o el sistema. Tendrán que salir y forjarse un futuro afuera, y nosotros, importarlos cuando queramos escucharlos”, dice Sosa.
—Como Javier Camarena, Ramón Vargas, Rolando Villazón o Arturo Chacón, ¿no?— se le pregunta al cantante.
—Pero ellos son tenores. Se dice que en México se levanta una piedra y sale un tenor. México es un país que exporta tenores, pero eso no había sucedido hasta ahora con los contratenores.
—¿Por qué si hay tanta ignorancia sobre los contratenores tuvo tanto éxito el recital de Jaroussky?
—Es cuestión de mercadotecnia y de que siempre vamos a alabar lo que viene del extranjero. No somos capaces de ver las maravillas que tenemos aquí. Cada vez tenemos más chicos preparados con esa cuerda. Mis alumnos (Pool y Berroeta) tienen voces poderosas, son artistas que saben conmover, interpretar, dominan un escenario, son listos para afrontar una carrera.