CIUDAD DE MÉXICO.- Incendios devastadores, protestas raciales, huracanes y un eterno confinamiento debido a la pandemia por coronavirus, es tan sólo un poco de lo que nos ha tocado vivir en este año 2020.
Si eres de los que iniciaron este mes con la frase cliché de “octubre, sorpréndeme”, te tenemos noticias. A todo lo anterior, ahora se suma el registro de 89 casos de lepra en México.
La Secretaría de Salud informó, a través de su boletín epidemiológico semanal, que los casos de lepra corresponden a 50 hombres y 39 mujeres, aunque resalta que la cifra aún está alejada de los 127 que se reportaron en nuestro país durante el 2019.
La dependencia señala que la entidad con más casos de dicha enfermedad es Sinaloa, con 32. Sin embargo, en 17 estados más se ha presentado al menos un caso de lepra durante este 2020. De hecho, los últimos casos se documentaron en la semana del 27 de septiembre al 3 de octubre.
Para calmar un poco la paranoia, debes saber que desde 1994, México sólo registra un caso de lepra por cada 100 mil habitantes, así que no representa un problema de salud pública, de acuerdo con la dependencia federal.
¿Qué es la lepra?
La lepra es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium leprae que afecta la piel y los nervios periféricos, pero puede afectar a otros tejidos.
Para contagiarse basta que una persona sana (susceptible de adquirir o desarrollar la enfermedad) conviva con una persona enferma y sin tratamiento. El contagio se da a través de las bacterias que la persona con lepra expulsa al hablar, toser e incluso respirar.
¿Cuáles son los síntomas de la lepra?
Esta enfermedad se manifiesta principalmente a través de manchas blancas, rojizas, cobrizas o quistes. Las lesiones se presentan en formas variadas y están asociadas a adormecimiento (anestesia), falta de vello (alopecia) y a la ausencia de sudoración (anhidrosis).
Se localizan frecuentemente en el rostro, el tronco y las extremidades, pero aquí te decimos cuáles son los síntomas principales.
– Lesiones que presentan una disminución de la sensibilidad al tacto, al dolor o calor.
– Lesiones que no sanan rápidamente (pueden mantenerse por semanas o meses)
– Debilidad muscular general
– Adormecimiento o disminución de la sensibilidad en manos, brazos, pies y piernas.
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