CHICAGO.- Hubo un tiempo en que los Chicago White Sox fueron campeones. Fue en 2005, cuando Paul Konerko todavía cazaba líneas en la inicial y Ozzie Guillén dirigía con su acento venezolano. Pero esa historia quedó sepultada bajo capas de polvo y decisiones que harían temblar a cualquier gerente deportivo con un mínimo de juicio. Ahora sólo queda la nostalgia y una organización en ruinas.

Porque si hay una franquicia que ha hecho del tropiezo su lenguaje y del fracaso su cultura, son estos White Sox. El sur de la ciudad ya no grita, ni se ilusiona. Apenas suspira.

La temporada 2024 fue una catástrofe con número: 121 derrotas. Un récord que en cualquier otra organización habría encendido todas las alarmas. Dentro de las oficinas de White Sox, parece haberse convertido en un plan de continuidad. Apenas 12 juegos han bastado en 2025 para comprobarlo: sólo dos victorias, 10 derrotas, ocho de ellas consecutivas. Un porcentaje de ganados de .167 que ni en los equipos entre amigos es aceptable.

Este jueves cayeron ante Cleveland que les pasó la escoba con un 6-1 que ya no sorprende a nadie. Timbraron una carrera en la primera entrada gracias a una base por bolas con casa llena y hasta ahí llegaron. Kyler Manzardo devolvió el golpe en la misma entrada con un jonrón de dos carreras. Luego apareció Steven Kwan, con su versatil talento, y metió otro bombazo en la tercera. Terminó la tarde con cuatro producidas.

Mientras tanto, los White Sox sólo observaban como los juegos se les van entre los dedos, una y otra vez.