Broc Brown tiene 19 años, y a su edad ya es el adolescente más alto del mundo. Pero esto no es nuevo: antes de rebasar la frontera de los 18 consiguió hacerse un hueco en el Libro Guinness de los Records por esto mismo. Ahora, un año más tarde, el estadounidense ha vuelto a batir su propia marca, llegando a alcanzar los 2,13 metros.
Este crecimiento desmesurado -15 cm por año- es el resultado de una condición genética conocida como el síndrome de Sotos o síndrome de la frente grande (Gigantismo cerebral antiguamente), que le fue diagnosticado cuando cumplió cinco años.
“Se trata de un desorden genético y no hay nada que pueda parar su crecimiento”, explicaba su madre a Barcroft Images y recoge The Telegraph mientras exponía sus dudas: “No sé si parará alguna vez”. Como consecuencia del síndrome que padece, padece fuertes dolores de espalda y los expertos creen que es algo a lo que tendrá que hacer frente de por vida.
Brown, que está creciendo a un ritmo de 15 cm por año, está camino de convertirse en el hombre más alto del mundo —en Estados Unidos la mayoría de edad se alcanza a los 21—; un título que ahora mismo pertenece al granjero turco Sultan Kosen, de 2,4 metros.
Su condición afecta a una de cada 15.000 personas, y a pesar de los temores de su madre los médicos están convencidos de que Broc, natural de Michigan (Estados Unidos), tendrá una duración de vida normal.
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