MÉXICO.- En la caravana migrante hay un joven de 18 años que carga un oso de peluche con nariz rosada. Brayner es originario de El Salvador y su oso Tommy, de Estados Unidos.
Brayner no pudo dormir la noche del viernes, por eso cuando abordó el Metro en Ciudad Deportiva a las 5 de la mañana se sentó del lado de una ventanilla, abrazó a su oso y despertó hasta Chabacano.
Luego, junto con otros miles de latinos que dejaron el estadio Martínez Palillo, hizo el transbordo hacia la línea 2, para dirigirse directo a la estación Cuatro Caminos. En este convoy, que fue el último para los migrantes, no alcanzó asiento, por eso se acomodó en un rincón del tren.
Al traer un oso de peluche que abarca la mitad de su cuerpo Brayner llama la atención de los fotógrafos, quienes le piden una y otra vez que pose para las imágenes pero también es blanco de los albures de los mexicanos que lo ven afuera del metro, sin embargo, él solo sonríe y sigue caminando.
El salvadoreño dice que la primera vez que intentó cruzar la frontera fue en 2013, cuando tenía 13 años. Esa vez no pudo hacerlo ni las otras cinco veces posteriores.
En esta ocasión carga a su oso Tommy que le regaló su tío hace ocho años a través de un envío por paquetería desde Estados Unidos.
Brayner es el más joven de sus seis hermanos. Dos de ellos ya están en Nueva York, a donde quiere llegar. Los otros y sus papás siguen en El Salvador, “donde hay mucho crimen”, dice.
Ahora, en un nuevo intento, viaja con su medio hermano Eddie, originario de Honduras. Ambos y uno de sus amigos, Francis, se toman turnos para cargar al peluche.
Después de caminar durante una hora y media por Periférico en las Torres de Satélite los tres subieron a un camión para dirigirse hacia Querétaro. Brayner llevan 32 días fuera de casa, con este paso, calculan, tardarán lo mismo en arribar a Tijuana.
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