ESTADOS UNIDOS.- La imposición de un arancel de 25 por ciento al acero y de 10 por ciento al aluminio, anunciada esta semana por el gobierno de Estados Unidos, podría repercutir de manera negativa en la economía interna y no apuntalarla, como era la intención del presidente Donald Trump
Un análisis de Oxford Economics señala que podrían desaparecer al menos 70 mil empleos si Washington continúa gravando la entrada de acero y aluminio, materias clave para la industria local.
Además, los inversionistas podrían detener el retorno de sus fábricas y procesos al país ante la nueva política fiscal. Tal es el caso de Ford, que anunció hace unos meses que no fabricaría su popular camioneta pick-up F-150 en México sino en Michigan, pero que necesitará mucho acero para construirla.
“Es un duro golpe para el sector manufacturero restringir la cadena de proveeduría de materias primas mediante la imposición de derechos aduaneros a las importaciones provenientes de nuestros más cercanos socios comerciales”, opinó por su parte Paul Nathanson, el vocero de un organismo que aglutina a unas 30 mil compañías estadounidenses dependientes del acero y aluminio para sus procesos industriales.
Por lo pronto, este mismo viernes la Unión Europea y Canadá presentaron controversias contra Estados Unidos ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por los aranceles a sus metales, al considerar que contravienen los principios de acuerdos firmados en décadas pasadas.
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