Hoy vivimos en la grandiosa época de los influencer, sin embargo, no ha habido ni habrá una persona con tanta influencia en nuestra vida, como lo es una madre. Es la única persona con la que vamos de la mano desde chicos, siguiendo su consejo de jóvenes y recordando sus enseñanzas mientras se vive la madurez.
Si alguien me preguntara ahora mismo qué es lo que más deseo, sin duda alguna diría que sentir sus manos puchándome en el columpio cuando era muy niño y volver, ¿por qué no? A estar sujeto a un mandato que sabía era bueno; a un abrazo que sentía sincero, a un beso en los labios que destilaba pétalos… y claro,volver a sentir sus abrazos dándome ánimos en mis peores momentos.Esto es más que un pensamiento, es una explosión genuina y pirotécnicamente espiritual de un profundo sentimiento filial… y es que antes de esa mujer no hay antes. Es ella, siempre ella, ayer, hoy y siempre, esa luz purpurina encargándose de cubrirnos con su manto protector del que no quisiéramos prescindir jamás. Es esa mujer medio sonriente de aquellas fotos sepia a un costado de nuestro padre, de nosotros mismos y de nuestros hermanos. No por nada se dijo al inicio que muy pocas personas tienen un influjo tan poderoso en un hombre como lo es el de una mujer… y más si se trata de quien lo ha traído al mundo.
Este ser humano rige con paso firme, mano de pétalo y voz de brújula, la vida y conciencia de aquellos que le fueron conferidos. Es tiempo que nadie ha logrado explicar esaconductaperene que las ha impulsado desde siempre a resguardar hasta en situaciones inimaginablemente desfavorables la vida de sus críos. Muchas veces, y la biblia y otros textos antiguos y modernos lo han registrado, han optado por sacrificar su felicidad y hasta su propia existencia en la tierra con tal de que los suyos la disfruten… ¿Qué ímpetu es el que las llena cuando sin alzar la voz nos hacen bajar el rostro con humildad?… Es un poder divino que nos dobla, no de miedo, sino de respeto y adoración… y es que existe un omnipresente poder con el que el mismísimo Dios se ha encargado de investir a estas damas divinas, que nos obligan serenamente a guardarles reverencia. No titubeo al decir que después de Dios no existe otra persona tan adorada por el ser humano que la que Él mismo ha creado para salvaguardar a las criaturas creadas por él mismo. La sabiduría de Dios rebasa todo límite de comprensión. Él mismo, como hijo de Dios vino a la tierra en un vientre terreno. Vivió como todo niño, bajo el amparo contemplativo y rígido de una María que de a poco fue comprendiendo su importancia en la educación de su hijo. El amor de una madre es uno de los misterios más insondables con los que el hombre se ha topado. Es tiempo que ni la ciencia ni la religión han logrado descifrarlo.
Siempre le he apostado a lo que me dicta el espíritu, el corazón, la intuición… siempre creeré que mi madre terrenal fue la mano derecha de aquella con la que viví en las mansiones celestiales y que de un modo u otro se las ingenió para traerla aquí y me siguiera custodiando hasta el final de sus días… y ya lo creo que también después de su muerte cuando nos llegue de a pizca sus susurros guiándonos.
Hoy invito a que reflexivamente velemos por esa mujer que, joven o anciana, ha sido creada para amar y ser amada. Esa mujer primera que nos tomó en sus brazos; esa que cuidó de nosotros entre cualquier tos, calentura y otros padecimientos; porque mientras los demás se encontraban fuera de casa en sus ocupaciones o diversiones, ella optó por resguardarse en cuidado intensivo con nosotros hasta vernos aliviados… mirémoslas a los ojos, fijamente… ahoguémonos en sus pupilas y encontraremos ahí, en esa profunda noria de existencia, todo un mundo de sacrificios, noblezas, cariños, amores y sin sabores… es ella, lectores míos, la pieza clave de nuestra dicha terrena.
Alguna vez RudyardKipling escribió que Dios no podía estar en todas partes y que por ello designó a espíritus especiales la titánica tarea de ser madres. Dicha designación no fue hecha a cualquier entidad celestial y eso es tan notable pues en cualquier situación en la que nos podamos encontrar en nuestra vida, ella siempre estará capacitada para protegernos.
Hoy, justamente a diez días de haber iniciado el mes más rosa del año y a nombre de quien firma y realizan esta publicación, felicitamos de todo corazón a todas aquellas mujeres que, de un modo u otro, han fungido como madres en este hermoso mundo… Que Dios nos las bendiga a todas.
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