Ricardo Ferretti festejó su triunfo 400 como director técnico humillando al América, uno de sus grandes rivales, al golearlo 4-1 nada menos que en el Volcán.
Un gran golpe de autoridad del campeón del fútbol mexicano que evidenció de nueva cuenta la falta de orden futbolístico y de estabilidad emocional de las Águilas, que bajo las órdenes de Ignacio Ambriz siguen dando tumbos, van de lo sublime a lo ridículo, con la indisciplina de nueva cuenta como talón de Aquiles, como punto clave para morder el polvo de forma contundente y humillante.
América había llevado a buen puerto el juego. Había controlado a todo el arsenal felino y hasta haciéndolo ver mal, secando a gente como André-Pierre Gignac. Había logrado ponerse en ventaja con un gol del debutante Jesús Moreno, el famoso “Churpias”, pero a partir de ese momento, cuando el ex albañil dejó de festejar el gol, comenzó la debacle… Primero con una gran acción de Damián Álvarez en la cual Moisés Muñoz colaboró.
Enseguida vino un penalti, una mano de Pablo Aguilar que provocó su expulsión, para el segundo… No podía faltar Gignac, el francés que estaba con la mira chueca hasta que vio un espacio y metió el balón al ángulo. No se recuperaba el ave del golpe cuando Rafael Sobis, de larga distancia, hizo ver mal, muy mal, de nueva cuenta a Muñoz, que prácticamente se “comió” el cuarto, para cerrar la noche, para acabar con la masacre.
Para hacer más negra la noche de Ignacio Ambriz, William Da Silva se hizo expulsar por reclamar.
Y le cortaron las alas. El juego fue lento y aburrido durante la mayor parte de su existencia. América llevó el encuentro al medio campo, a la lucha seca por el balón en lugar de transportarlo a las áreas, eso desesperaba a los felinos que se veían inoperantes y hasta frágiles en defensa.
Las Águilas fueron más peligrosas al inicio, y a la mitad del partido, un juego trabado en el que sólo gracias a pequeñas rendijas transmitía algo de emoción a la tribuna.
Jesús Moreno, alias el ‘Churpias’, sus amigos le dicen así por ‘feo’, abrió el marcador con una buena definición, después de un servicio de Andrade. Lo que hizo el “Churpias” no benefició a su equipo, sólo hizo enojar a los Tigres que despertaron de su letargo.
Comenzó Álvarez, escarbado por la izquierda y tirando a primer poste donde Muñoz no lo esperaba. El juego se empató. Tigres olió sangre, vio el hueco y se fue al frente. Vino una mano de Pablo Aguilar, penalti y expulsión. Gol de Juninho, América se cayó. Tambaleante, el conjunto capitalino recibió el golpe de “nocaut”. Gignac destrozó cinturas y orgullos con un excelente disparo que colocó el balón exacto en el ángulo superior izquierdo, muy lejos del arquero.
En ese momento el América ya era un “zombie”, un muerto viviente que caminaba por inercia y así con un potente disparo de Sobis al que Muñoz le hizo demasiada confianza y terminó “comiéndose”, acabó la masacre.
Ambriz no despertaba de su pesadilla, cuando se dio cuenta que era realidad. Sambueza salió lesionado, una posible dislocación del hombro derecho, lo que lo tendrá fuera del juego de media semana de la Concacaf y, para acabarla, William Da Silva se hizo expulsar tontamente por reclamos sin sentido. Más bajas por lesión y por suspensión.
Una camiseta con la leyenda “Tuca 400” salió al aire para honrar la trayectoria de Ricardo Ferretti, quien serio e iracundo no sonrió. En tanto que Ignacio Ambriz volvió a vivir lo que ya es una constante en el América: críticas, dudas, burlas, humillaciones, un precio muy alto que se empeña en pagar.