Al menos 64 personas murieron y 82 resultaron heridas este miércoles en un barrio chiíta de Bagdad en un atentado suicida con coche bomba reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El atentado, el más mortífero en la capital iraquí desde el inicio del año, tuvo lugar en medio de una crisis política, que dura semanas y amenaza con socavar la lucha contra el Estado Islámico.
El kamikaze Abu Suleiman al Ansari hizo estallar un coche bomba en el barrio chiíta de Ciudad Sadr, afirmó el Estado Islámico, que controla importantes territorios en Irak, en un comunicado difundido el miércoles en internet.
El coche bomba estalló cerca de un mercado en Ciudad Sadr, norte de la capital iraquí, destruyendo numerosos negocios.
“Un camión intentó ingresar al mercado pero los policías no lo dejaron y le ordenaron que retrocediera. Sin embargo el camión entró por otra puerta y estalló”, indicó Abu Alí, un testigo.
El balance de muertos podría ser más grave debido a la gran cantidad de heridos.
Luego del atentado los habitantes de la zona protestaron contra el gobierno, culpándolo de la inseguridad.
Otro parroquiano, Abu Muntadhar dijo que el estado era “responsable” de la situación y los políticos “debían irse”.
El clérigo Moqtada al Sadr, quien encabezó un movimiento de protesta exigiendo un cambio de gabinete y otras reformas, tiene un gran número de seguidores en el barrio obrero de Ciudad Sadr, que lleva el nombre de su padre, un ayatolá ejecutado por Sadam Hussein.
El Estado Islámico, que en 2014 se amparó de vastas zonas del territorio iraquí, perpetró varios ataques mortíferos en las últimas semanas en Bagdad y sus suburbios.
Sin embargo, en las últimas semanas ha perdido terreno frente a las fuerzas armadas de Irak apoyadas por la coalición internacional dirigida por Estados Unidos.
El último ataque reivindicado por el Estado Islámico en Irak tuvo lugar el 1º de mayo pasado en Samawa, una ciudad del sur del país.
Ese día, dos coche bombas causaron la muerte de 33 personas. Estos atentados se producen en medio de una aguda crisis política que dura semanas y no tiene solución.
Los partidos políticos iraquíes se enfrentan al proyecto del primer ministro de formar un gobierno de técnicos por miedo a perder sus privilegios.
El bloqueo provocó manifestaciones de miles de iraquíes, en su gran mayoría partidarios del dignatario religioso Moqtada Sadr, que desembocaron en la invasión de la Zona Verde de máxima seguridad de Bagdad y la ocupación del edificio del parlamento durante varias horas.
Los puestos clave del gobierno se reparten desde hace años en función de cuotas políticas y confesionales.
El primer ministro Haider al Abadi y Sadr desean un nuevo gobierno, integrado por tecnócratas, capaz de aplicar reformas Esta crisis es seguida con mucha inquietud por Estados Unidos, que aumentó en las últimas semanas su apoyo militar con materiales y tropa.
Estados Unidos teme que la crisis “desvíe” al gobierno de la lucha contra el EI.
El Estado Islámico ha perdido terreno últimamente, abandonando ciudades como Tikrit y Ramadi, reconquistadas por el ejército iraquí.
Pero los yihadistas conservan varios bastiones, entre ellos Mosul, la segunda ciudad del país, y la capacidad de golpear en Bagdad o las regiones mayoritariamente chiítas.