Al menos 19 países prometen dejar de invertir en energías fósiles fuera de sus territorios para finales de 2022

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Al menos 19 países, incluidos Estados Unidos y Costa Rica, acordaron el jueves en la COP26 cesar de financiar con dinero público la extracción de energías fósiles fuera de sus territorios para finales de 2022, un anuncio recibido con cautela por organizaciones ecologistas.

El anuncio implica a países como Malí o las Islas Marshall, a priori con escasas posibilidades de efectuar esa clase de inversiones multimillonarias en el exterior, aunque sí de recibirlas.

La iniciativa, impulsada por Gran Bretaña, el país anfitrión de la conferencia sobre el cambio climático, llegó en plenas negociaciones, y en la víspera de dos grandes jornadas de movilización en las calles de la ciudad escocesa.

“Invertir en proyectos relacionados con la extracción continua de energía fósil implica crecientes riesgos, sociales y económicos”, explicó el comunicado conjunto.

Los grandes ausentes

Estados Unidos, que bajo la presidencia de Donald Trump se vanagloriaba de ser independiente desde el punto de vista energético, da ahora un paso más para desligarse del petróleo, el carbón y el gas.

Canadá también firmó el texto. Sin embargo, están ausentes grandes consumidores e inversores de combustibles fósiles como China, Japón o Corea del Sur.

Los denominados proyectos de energía de origen fósil continuos (petróleo, gas y carbón) son los que no incluyen medidas para absorber las emisiones de carbono que producen.

Una investigación reciente de la organización Oil Change International demostró que entre 2018 y 2020, los países industrializados del G20 invirtieron unos 188 mil millones de dólares en proyectos de extracción en el extranjero, principalmente a través de bancos de desarrollo multilaterales.

Estas instituciones no están cubiertas por este compromiso. Pero el anuncio, de concretarse, significará que hasta 15 mil millones de dólares podrían ser desviados anualmente a otro tipo de proyectos de fuentes de energías no fósiles.

“Tenemos que poner a la financiación pública del lado correcto de la historia”, declaró el viceministro de Negocios y Energía británico, Greg Hands.

“Es un progreso bienvenido, pero los países (firmantes), en especial Estados Unidos, deben mantenerse firmes con estos compromisos y cerrar el grifo para las empresas de combustibles fósiles”, pidió Kate DeAngelis, responsable del programa de finanzas internacionales de la ONG Amigos de la Tierra.

Las emisiones de gases, en niveles casi récord

Este nuevo anuncio se produjo tras noticias preocupantes del lado de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La pandemia del Covid-19 había frenado brutalmente la economía mundial, y con ello la contaminación del planeta a causa del consumo de energía fósil. Las emisiones totales cayeron 5.4% en 2020.

Pero esas emisiones volverán a subir en 2021, nada menos que 4.9%, hasta situarse a menos de un 1% del récord de 2019, según un estudio del Global Carbon Project, un consorcio internacional de científicos.

Las emisiones de gas y de carbón son especialmente preocupantes, ya que crecerán este año más de lo que cayeron en 2020.

Las emisiones debidas al petróleo aumentan 4.4% en 2021. No vuelven a los niveles de 2019, pero los autores señalan que el sector de transportes no ha recuperado aún los niveles previos a la crisis, y por lo tanto, ese repunte puede acelerarse.

“Este informe es un jarro de agua fría”, explicó una de sus co-autores, Corinne Le Quéré, profesora de cambio climático en la universidad de East Anglia, a la AFP.

“Demuestra lo que está sucediendo en el mundo real, mientras que aquí en Glasgow hablamos de cómo lidiar con el cambio climático”, añadió.

La consecuencia de este recalentamiento de la economía, y por ello del planeta, es que se aleja cada vez más el objetivo ideal de limitar el aumento de la temperatura a +1,5ºC.

Al ritmo actual, el mundo solo cuenta con ocho años por delante para tener el 50% de probabilidades de limitar el aumento de la temperatura al +1,5°C.

El peor alumno es el país donde surgió la pandemia del covid-19, China, que ya representa el 31% de las emisiones de CO2.

La caída de la actividad mundial, a causa de la pandemia “nunca fue un cambio estructural. Dejar el coche [temporalmente] en el garaje, o cambiarlo por un coche eléctrico, no es lo mismo”, explicó Le Quéré a la AFP.

La demanda de energía es insaciable, y supera en mucho las multimillonarias inversiones para cambiar de modelo, de las energías fósiles a renovables.

Pero queda esperanza: en la década de 2010, 23 países crecieron, pero sus emisiones bajaron. La mayoría de esos países eran desarrollados, lo que significa que las reglamentaciones y los cambios funcionaron.

Ante el panorama, algunos ecologistas, y países particularmente vulnerables, insisten en que hay que pensar en las medidas de adaptación, en lugar de intentar mitigar el profundo cambio climático.

Pero la financiación de esa adaptación es inferior entre cinco y diez veces al costo de las medidas de lucha, según la ONU.

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