Damasco.- El acuerdo alcanzado por Estados Unidos y Rusia para empezar a poner fin al conflicto sirio cosechó aprobación y escepticismo. Mientras que el gobierno de Bashar al-Assad anunció ayer su apoyo al acuerdo de alto el fuego entre las dos potencias, las fuerzas opositoras manifestaron su desconfianza sobre la hoja de ruta.
“El acuerdo completo fue alcanzado con pleno conocimiento del gobierno sirio, que lo aprobó”, señaló la agencia estatal Sana, que expresó que el objetivo del gobierno es “alcanzar una solución política” a la guerra que enfrenta al ejército sirio, respaldado por Rusia, Irán y el grupo libanés Hezbollah, con una miríada de milicias rebeldes, algunas apoyadas por Estados Unidos.
Luego de más de 12 horas de conversaciones en Ginebra, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, presentaron anteayer sus planes sobre cómo imponer un alto el fuego a partir de mañana. Ambos gobiernos han estado enfrentados sobre cómo encarar el tema sirio, sobre todo por el destino de Al-Assad, a quien Washington quiere fuera del poder y Moscú se esmera en mantener en pie con esfuerzos diplomáticos y militares.
Pero la suerte de Al-Assad no está atada a este convenio concreto alcanzado entre las dos históricas potencias rivales, que buscan silenciar temporalmente las armas de las diversas facciones que se disputan el territorio sirio. Para lograr incluso el objetivo de un alto el fuego, sin embargo, Washington y Moscú deben sortear el escepticismo de la oposición más moderada. Y el escenario se complica todavía más si se considera que las milicias más extremistas estuvieron al margen de la mesa de negociaciones de Ginebra.
“Tendremos que esperar para ver si el régimen de Al-Assad y sus aliados rusos respetan realmente este alto el fuego”, dijo Samir al-Nashar, de la Coalición Nacional Siria, que agrupa a fuerzas moderadas. “No confiamos en el régimen porque violó con demasiada frecuencia otras promesas de tregua”, agregó.
Por su parte, el líder del Ejército Libre Sirio (ELS), Ahmed Jaled Birri, dijo que su formación acepta “cualquier acuerdo de reconciliación en el país”. Pero rechazó que Estados Unidos y Rusia impongan sus propias condiciones.
“Si el régimen cumple el alto el fuego y detiene los bombardeos, puede que nosotros lo cumplamos, pero hay que tener en cuenta que este acuerdo no se aplica a Hezbollah, ni a los iraníes ni a otras facciones” extranjeras que operan a favor del régimen, precisó.
Otra facción siria, el Movimiento Islámico de los Libres de Sham, uno de los grupos armados del conflicto, todavía no tomó una decisión. Esta organización forma parte de la Comisión Suprema para las Negociaciones, la mayor congregación de grupos políticos y armados de la oposición siria, que manifestó su cautela sobre el pacto de Ginebra.
Nadie quiere bajar las armas si el presidente sirio, bajo la mirada complaciente de Moscú, continúa de alguna manera con la ofensiva sobre los rebeldes o aprovecha la tregua para reagruparse y volver más tarde con más fuerza al campo de batalla. La prueba estuvo ayer mismo, con un ataque de la fuerza aérea siria sobre la ciudad de Idlib, ubicada en el noroeste y en manos de los rebeldes, donde murieron por lo menos 24 civiles y otros 90 resultaron heridos.