“Adultos en plenitud”

0
1050

         … qué más quisiera que vivir como los adultos mayores… y no sobrevivir como lo hacemos los adultos maduros…

No hace mucho y a razón de lo que fue la entrega de apoyos del programa social 65 y más, patrocinado por el gobierno federal encabezado por el presidente de México Enrique Peña Nieto, tuve la oportunidad de volverme a topar como pagador habilitado por parte de Telecomm Telégrafos, con toda esa gente tan linda y bien dispuesta como lo son los adultos mayores. Ahí estaban, siempre tan atentos, tan iguales como bimestre a bimestre, mostrándosenos tal cual son, serios, juguetones, reclamantes y otros, otros más reflexivos y bien portaditos… esos son nuestros adultos mayores… y todos tan especiales y auténticos… nunca tratan de aparentar algo que no son y siempre se les ve tan cargados de un algo al que personalmente aspiro… sí, a un estado “vegetativamente consciente” por así decirlo, una condición en la que simplemente se vive apacible y en la que si la bolsa de valores en Grecia o Estados Unidos se rompe, no les va ni les viene… indudablemente este Marqués es lo bastante extraño y contemplativo… y es que soy muy sensible ante lo que simplemente se me muestra ante mis ojos como algo puramente maravilloso y cargado de fortaleza… me entusiasma sus envidiables ganas de vivir… el gusto que les da de reencontrarse con gente de su camada y que únicamente hallan cada dos meses… y que fortuna volver a atinarse cuando por su edad se camina por un sendero muy angosto… mi gusto será acaso por el hecho de que me agrada involucrarme y codearme con la sabiduría y con la sabiondez de la vejez antes que con la necedad y vanidad de la juventud… y es que siempre tienen algo que contar de la manera más blanca y divertida… no les importa carcajearse cuando se requiere, ni les importa mostrar sus decadentes y muchas veces vacías encías… la autenticidad es lo suyo ante la falta de lujos… ese es su estado muy natural… y me envuelvo en su mundo de ensoñaciones y tiempos que se fueron pero que al recordarlos los hace volver su mirada al horizonte, hacia los mezquites, hacia los aromáticos huizaches para jalarlo nuevamente al presente… son tan vivos e impasibles como aquellos molinos hidráulicos que gobiernan sus ranchos… y me contagian cuando aguzo mis oídos para compenetrarme con sus pasados de progreso y familias unidas… de sus yuntas y expreses… de sus hijos emigrados y las buenas costumbres… imagínenme conversando con una ancianita de un poblado alejado de Ciudad Anáhuac a un lado de su estufa de leña. Me ofrece un pan de maíz porque seguramente y según ella, hemos de andar con mucho hambre; junto al sembrador de sandias en un ejido de Ciudad Mante que me confiesa que se siente triste porque su hijo ya no quiso regresar de Los Ángeles… o con el ancianito que me pide confiadamente que le ponga todos sus “papelitos” en su morralito de ixtle y que el dinero se lo de sin grapas… lo complazco… se aleja… su mano derecha lo auxilia con un bastón mientras que en el puño de la izquierda oprime ese par de billetes con la imagen de Diego Rivera y Frida Kahlo… para nosotros que existimos en un modo de vivir muy consumista aquello no es nada… pero para ellos es una fortuna… ellos viven… nosotros sobrevivimos.

Dado que este es un programa 100% rural, los beneficiarios en su gran mayoría han vivido toda su existencia en el campo y a expensas de los apasionantes silencios que ofrece el estar alejados del mundo absorbente y estresante de la ciudad… en su gran mayoría tienen esa mirada serena, eterna y de visión extensa… su actitud es de nobleza y sumisión y… y a eso aspiro… juro que eso anhelo… a volverme viejo y gozar de mi senectud en un limbo existencial en el que lo que me rodea no me afecte en lo absoluto… y los veo irse con su dinerito, contentos de que el gobierno se acuerde de ellos y les dé su lugar… y no falta el aporreador de ilusiones que amargadamente dice que el gobierno no ayuda nada, que todo aquello es de nuestros impuestos… ¿y eso qué?… no importan los medios, sino los fines… valen más esas sonrisas que el saber de dónde viene los fondos… esos son nuestros viejos… esos que en los albores del centenar de años tienen una caja de pandora en su cabeza atiborrada de un caudal de experiencias y sabiduría que ya quisiera el más encumbrado de los millonarios.

… y me puede el que nuestros viejos no sean atendidos como se lo merecen… los dejamos morir solos aunque nos enoje escucharlo… no miento cuando escribo con tristeza que hay hijos que acompañan a sus padres a los eventos y que luego de despojarlos de su dinero los dejan sentados en el agobiante calor donde se verifican las entregas… hay quienes aguardan para engañadamente quitarles lo que se les ha entregado… ya quisiera yo que los gobiernos municipales se ocuparan de dar un sitio apropiado a quienes se merecen nuestro respeto y admiración… y hago un llamado a quien corresponda para que tome en cuenta que un anciano no puede estar en un reducido salón en el que el aglomeramiento es absoluto y a temperaturas de casi cuarenta grados a la sombra, techos de lamina y sin una gota de agua para darles de beber. He visto a ancianos que imposibilitados a moverse con premura, han sido víctimas de sus propias necesidades fisiológicas y que en vez de recibir ayuda de los organizadores los evaden… y entonces digo… a eso no aspiro… no ha ser tratado como un estorbo luego de haber servido a mi país de un modo u otro… aspiro a no ser despreciado y tratado con vileza por los que se dicen maduros física y emocionalmente… y si a eso aspiro, también apetezco que todos nos hagamos a la tarea de promover maneras para que el último segmento de sus vidas sea llevado a buen puerto.

Hoy vivimos en una sociedad que se cree poseedora de todos los poderes de la vida social a razón de tener todas sus capacidades en plenitud. Se ha encargado de a poco en hacer de este grupo algo tristemente vulnerable y frágil a la que nos hemos afanado por llamar de mil maneras despreciables: Ancianos, viejos, ochentones, veteranos, anticuados, etcétera… yo los llamo, como muchos otros, adultos en plenitud… un término perfecto que los ubica en un estándar de capacidad plena en el que justamente están colocados… y es que fuera de lo que la ciencia ha brindado a pasos agigantados, estos hombres y mujeres bien pueden enseñarnos sobre el cómo vivir una vida llena de concordia, integridad y sapiencia… y es que pareciera que en su silencio y aislamiento, su aguardar sentados e imperturbables, mirasen nuestro modo desesperado e irreverente de conducirnos.

Hoy Dios y la vida nos da esa oportunidad de crear maneras de hacerles la vida agradable a quienes nos han preparado el camino para que nosotros podamos vivir como lo estamos haciendo… han sido ellos quienes prepararon este territorio en el que ahora sobrevivimos… es tiempo de devolverles su labor dándoles sitios y modos de hacerles la vida mucho más grata y apacible… Soy el Marqués y escúcheme cuando le digo que no hay camino por el que no se haya caminado dos veces… y por la senda por la que ahora ellos transitan, un día muy próximo nosotros peregrinaremos… adieu.